Diego Montenegro. Editor de Ecuador
El desconocimiento de la Ley no exime de culpa. Esa vieja máxima que se utiliza en los corrillos jurídicos, en rigor, es el primer campanazo para los peatones.
Desde el pasado martes, en Guayaquil ya se sanciona, por primera vez, a los transeúntes que irrespetan las disposiciones de la nueva Ley de Tránsito. No utilizar los pasos cebra y puentes peatonales para cruzar la calle, no respetar las sirenas y utilizar para fines comerciales las zonas peatonales son las tres faltas que se endosa a quienes se movilizan caminando por las ciudades.
Las citaciones no solo que chocan contra las costumbres de las personas, también son la herramienta legal y coercitiva para educar al peatón.
Ahora, habrá que esperar que los encargados de hacer que se cumpla la norma demuestren equilibrio a la hora de actuar. Cuidado con dejar pasar por alto las infracciones de los conductores, por sancionar al peatón.
Como ya ha ocurrido en varias ocasiones en el Ecuador, primero se fija la norma y se la aplica, sin que haya las herramientas y requerimientos necesarios para su cumplimiento. Hay que seguir y resaltar los buenos ejemplos.
En Otavalo (Imbabura), no hace falta sancionar al peatón para que utilice las zonas destinadas para él. Allí, desde hace años hay un proyecto sostenido de equipamiento urbano, que consiste en delimitar los sitios para la circulación de carros, bicicletas y personas.
Es lamentable que la Ley no se pueda aplicar en todo el país, porque hay ciudades en donde ni siquiera está disponible la pintura para delinear las zonas peatonales. Esa realidad no se puede obviar, aún más si siempre nos dicen que la Ley es para todos.