Agentes de la Policía de Tungurahua recogen un cadáver que fue encontrado en un río. Foto: EL COMERCIO
En la última foto en que aparece, Giovanny sonríe junto a su mamá, a sus dos hermanas y una sobrina. Viste su traje de Salasaka, una comunidad en Tungurahua: pantalón blanco, camisa blanca y poncho negro.
Era julio de este año, cuando asistió a la primera comunión de su sobrina que se celebró en la iglesia del pueblo ubicado en la vía Ambato-Baños. Esta es la imagen que su madre Auxiliadora Masaquiza exhibe en el velador del estrecho cuarto donde actualmente duerme.
Está cerca de otros retratos que muestran los momentos que pasaba esta familia, dedicada a la agricultura y al tejido de anacos, bayetas, ponchos y fajas. En la segunda planta está el cuarto que fue de Geovanny.
El ropero está vació y solo el equipo de sonido que compró, hace un año, suena a bajo volumen. En esta habitación de construcción mixta, con paredes de bloque y de tabla tríplex, vivía antes de terminar con su vida el domingo 4 de octubre.
Masaquiza recogió la ropa de su hijo y la regaló a sus familiares y otras las envió dentro del féretro. La cama está intacta. “Qué dolor tan grande hay en mi corazón por la muerte de mi hijo”, dice en kichwa sollozando. Él era el último de cinco hijos. En el centro de Salasaka los vecinos no se explican qué pudo suceder con el joven para que haya tomado esa decisión. Su abuela Tránsito, de 71 años, llora. Recuerda que cuando se dirigía al trabajo pasaba a visitarle y antes de marcharse le pedía la bendición.
Trabajaba en un patio de carros cerca al barrio El Tambo, en el cantón Pelileo. Era un joven cariñoso y alegre. “El sábado no vino a verme y el domingo llegó la noticia que había muerto”, dice la abuela.
El suicidio de Geovanny, de 21 años, se sumó a otros tres casos reportados en lo que va del año en esta zona de Pelileo, Tungurahua. Según un informe de la Policía, entre enero y septiembre del 2014, en esta provincia hubo 18 muertes y en el mismo período de este año subió a 50, es decir, casi se triplicaron los hechos (aumentó en el 177%).
El informe detalla que las muertes ocurrieron en mayor número los fines de semana. Entre las principales causas están los problemas sentimentales y familiares con el 38,5%.
Le siguen las enfermedades terminales, inconvenientes económicos y otras.
Pero en lo que va de octubre de este año ocurrieron otras tres muertes en Cevallos, Salasaka y Ambatillo. Según Xavier Sánchez, jefe de la Dinased provincial, los casos están
bajo investigación.
Eso preocupa a Lira Villalva, gobernadora de Tungurahua. Dice que más de seis menores de edad están dentro de las cifras. Por eso comenzaron la estructuración de una campaña de prevención denominada Minga por la vida. “Al momento trabajamos en el contenido de la información que será distribuida a todos los cantones, parroquias y comunidades”.
A la cruzada se unieron las universidades Técnica de Ambato, Uniandes, Indoamérica y Católica extensión Ambato.
Además, grupos de mujeres, los ministerios de Salud y Educación, autoridades cantonales, la Policía. También se sumarán la iglesia cristiana que tiene planificada la instalación de centros de ayuda psicológica y espiritual. “Por el momento no tenemos un presupuesto, pero lo incluiremos el próximo año. Llegaremos con el mensaje a los papás, niños, jóvenes y adultos”, explica Villalva.
En la comuna Rumiñahui Grande de Salasaka, aún recuerdan a Pedro, de 14 años.
Quienes le conocían dicen que era un chico que siempre participaba en las reuniones de la comunidad. Martha Chango, su vecina, cuenta que ayudaba a su madre con los gastos de la casa. Trabajaba como albañil en Pelileo y en Ambato. El adolescente se suicidó en el cuarto donde vivía con su madre. Su progenitora, Manuela, lleva un sombrero café, como señal de luto. Vive en su casa de una planta con paredes de ladrillo y techo de teja. “El domingo le vimos un poco afligido y casi no hablaba y quería estar solo. Le preguntamos qué es lo que le pasaba, pero respondió que no era nada y que ya se le pasará”.
En la noche pidió la bendición a su progenitora porque iba a dormir. Minutos más tarde la madre entró en el cuarto para conversar con él y le encontró colgado en un madero del techo, fue un duro golpe que aún no es superado. Pronto pidió auxilio y los vecinos ayudaron a bajarlo. “Le llevamos al centro de salud, pero ya estaba muerto. Él era el penúltimo de seis hermanos”, cuenta María.
Para el psicólogo del Distrito de Salud Ambato Norte, Mauricio Espejo, la depresión es uno de los factores para quitarse la vida. Pero también inciden factores como la falta de trabajo, la delicada situación económica de la familia, una decepción amorosa, pelea de pareja, enfermedades incurables, el alcoholismo crónico, el divorcio.
En contexto
El año pasado, la OMS lanzó un estudio mundial sobre el suicidio y allí señaló que el Ecuador tiene una tasa de 8,9 muertes de ese tipo por cada 100 000 habitantes. Es decir, está por debajo de la media mundial. En 2012 hubo 1 377 casos que se reportaron a escala nacional.