Hace unos ocho años dicté una conferencia en la Universidad Complutense de Madrid sobre el tema ambiental. Sostuve que dos de los grandes problemas de la humanidad en los próximos años serán la escasez de agua dulce y los desórdenes del clima, que causarán millones de víctimas. El Rector y los profesores creyeron que yo había exagerado. Me lo dieron a entender en la cena. Pero la mayor parte de los datos los obtuve de un documento que leí poco antes: el Global Trends 2015, escrito por un equipo multidisciplinario de científicos norteamericanos, en el que se formulaba una prognosis del mundo hacia el año 2015. El libro me prestó en Biarritz por una noche un alto funcionario del gobierno cubano y viejo amigo mío. Lo leí toda la noche y tomé algunos datos para alimentar mi Enciclopedia.
Desde ese momento he visto cómo se han cumplido las profecías de los científicos. El planeta está azotado por huracanes, tornados, olas de calor y de frío, sequías, lluvias diluviales, inundaciones, tifones, tornados, trombas marinas, tormentas de arena, causados todos por el “efecto invernadero” de seis gases: metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos, hexafluoruro de azufre y, el más importante de todos, dióxido de carbono (CO2), lanzados a la atmósfera por las actividades humanas.
Los países industriales tienen la mayor culpa en la tragedia planetaria. China y Estados Unidos son los mayores contaminadores. Les siguen India, Rusia, Brasil, Japón, Alemania, Indonesia, Canadá, México, Inglaterra, Australia, Irán e Italia, en ese orden. Pero los países del mundo subdesarrollado no pueden eludir la suya por la destrucción de las selvas y los bosques de la “pachamama”. Es preciso hablar del tema con patriótica franqueza. La deforestación es culpable de enviar a la atmósfera más del doble de dióxido de carbono que la combustión sumada de petróleo, gas natural y carbón para fines industriales. China, India, Brasil, Indonesia, Colombia, Cote D’Ivoire, Tailandia, Laos, Nigeria, Filipinas, Myanmar y Perú son, en este orden, los mayores contaminadores por deforestación.
El economista británico Nicholas Stern, en su estudio “The Economics of Climate Change” (2006), sostiene que, en escala mundial, la agricultura y otros usos de la tierra son causantes del 32% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), la producción de energía el 24%, la industria el 14%, los transportes el 14% y otras actividades el 16%.
Las conferencias de Kyoto, Copenhague y Cochabamba no quisieron o no pudieron aprobar medidas concretas de control de las emisiones contaminantes que forman la capa de gases de efecto invernadero. Esperamos que quiera y pueda hacerlo la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático, actualmente reunida en Cancún, con la concurrencia de 194 Estados del planeta.