Redacción Cultura
En el Teatro Sucre, Padre Ubú, en compañía de Madre Ubú y el Capitán Bordura, arrebataron el trono al Rey Benceslao. El acto desató asesinatos, traiciones y venganzas. Esta es la sinopsis de la obra que el dramaturgo francés Alfred Jarry escribiera para abordar el poder desde el absurdo. Fue el martes por la noche.
En el ‘Ubú rey’, puesto en escena por La Totora Compañía de teatro, se destacó el juego visual de sus elementos. La composición de las imágenes se logró con máscaras zoomorfas de excelente presentación y un vestuario que manifestó el carácter estrambótico del texto de Jarry.
También sobresalió el uso de la iluminación que proyectó sombras sobre bastidores. Mientras que el video, más que colaborar en la atmósfera, fue un recurso excesivo. Todo ello se manejó desde la contraposición blanco y negro.
Sin embargo, lo visual es solo uno de los aspectos que conforman el hecho escénico. La reflexión que propone el texto de Jarry fue asumida por la Totora como un juego infantil y parte de una gestualidad contranatura.
Si bien se jugó con varios niveles en el escenario, el desplazamiento se dificultó por la misma vestimenta de los actores (Isabel Rodas, Guido Gómez y Marco Bustos, también director).
La propuesta planteó un montaje multidisciplinario; entre sus componentes el teatro de títeres es de especial alusión, ya que los muñecos, que reemplazan a personajes importantes, presentaron una elaboración detallada.
Constantes pausas, en las cuales se montaban y desmontaban los elementos de escenografía, frenaron el desarrollo adecuado de la pieza. En estos momentos, el espectador, sumido en la oscuridad de las butacas, percibía un bajón en el ritmo. Pero siempre florecía la palabra genial de Alfred Jarry y sus observaciones, absurdas y ciertas, sobre el poder.