Paulina, arquitecta guayaquileña: 'Perdí mi trabajo y tengo deudas con tarjetas de crédito por más de USD 10 000'

Imagen referencial. Paula y su familina enfrentan una dura situación: perdió su empleo y debe pagar los tratamientos de su pequeña hija de tres años, que parece aplasia medular. Foto: Freepik

Imagen referencial. Paula y su familina enfrentan una dura situación: perdió su empleo y debe pagar los tratamientos de su pequeña hija de tres años, que parece aplasia medular. Foto: Freepik

Imagen referencial. Paula y su familina enfrentan una dura situación: perdió su empleo y debe pagar los tratamientos de su pequeña hija de tres años, que parece aplasia medular. Foto: Freepik

Por la emergencia sanitaria en el contexto de la pandemia, miles de ecuatorianos no han podido pagar sus deudas.

De acuerdo con datos del buró de crédito Equifax, unos 3,3 millones de ecuatorianos podrían ver afectada su liquidez por los efectos económicos de la pandemia y engrosar la cifra de población vulnerable ya existente en el país.

El buró detalla que en el sector bancario, a mayo del 2020, entre los clientes de los segmentos más afectados, un 53, 6% no pagó sus deudas.

Este es el testimonio de Paulina, una arquitecta guayaquileña que perdió su empleo durante la emergencia sanitaria y gastó sus ahorros en hacer tratar a su hija de tres años, que tiene aplasia medular, una enfermedad en la que la persona padece de una desaparición de las células encargadas de la producción de la sangre en la médula ósea.

Paulina tuvo que refinanciar varios créditos que no ha podido pagar. Tras salir de su empleo, ahora se dedica a vender lasañas a domicilio.

"Todo este año ha sido muy complicado. Comencé a tener problemas en enero del 2020 cuando a mi hija de tres años la diagnosticaron con aplasia medular. Tuve que gastar casi USD 3 000 solo en exámenes.

Es una condición que no se cura, solo me queda hacerle tratamientos, transfusiones, cuidar su alimentación, un tarro de leche para ella me cuesta USD 80.

El papá de mi hija me ayuda con algunos gastos, pero igual, la situación es difícil para mí, porque yo también ayudo económicamente a mi mamá y a mi hermano, que tiene cáncer.

La enfermedad de mi hija consumió los ahorros que tenía, y ahora tengo deudas con las tarjetas de crédito por más de USD 10 000 que he tenido que refinanciar. Además tengo que pagar mi casa, el crédito hipotecario es de USD 68 000.

En abril del 2020 me quedé sin trabajo, tuve que renunciar. El problema se dio porque yo había tomado mis vacaciones y en ese momento mi hija necesitaba hospitalizarse. Fue súper difícil todo, porque ella no podía entrar por emergencia, por su condición tenía más riesgos de contagiarse de covid-19 y en esos días en Guayaquil era casi imposible encontrar espacio en hospitales y encontrar médicos.

Finalmente conseguí que ingrese al área pensionada de un hospital, pero en medio de todas estas preocupaciones, me llamaban del trabajo, a pesar de estar en vacaciones, para que solucione algunos temas. Yo no podía, mi prioridad es mi hija, por eso renuncié.

Con todos estos inconvenientes, escuché que el Gobierno había dispuesto que los bancos debían diferir las deudas, por la emergencia sanitaria, pero lamentablemente en la práctica vi que las cosas no eran como yo pensaba.

Comencé a buscar soluciones primero con la deuda hipotecaria, pedí que me apliquen el diferimiento de las cuotas.

Me dijeron que primero debía escribir una carta con el pedido, pero también me indicaron que se iba activar un seguro, o sea, mi cuota no se dejó de pagar, sino que la pagó ese seguro y ahora eso también generó un interés de unos USD 850. Me explicaron también que ese valor del seguro podía pagarlo en una sola cuota o dividirlo en 12 cuotas.

A mí me sorprendió todo esto, me pareció muy injusto porque yo estaba demostrando que no podía pagar por la emergencia familiar que viví con mi hija y estaba mostrando el interés de querer pagar. Lo único que yo quería era que las cuotas que no podía pagar me las prorrogaran para el final de la tabla, pero no se pudo.

Luego traté de solucionar el problema de los atrasos con la tarjeta. Cuando llegó la pandemia yo ya estaba desfinanciada, lo poco que tenía era para lo básico, la alimentación de mi hija, por eso no pagué tarjetas, ni servicios básicos.

Con una la primera tarjeta tuve el alivio de recibir el estado de cuenta en cero durante tres meses y me tocará pagar al final las tres cuotas más, ahí no tuve problema. Con la segunda tarjeta sí estuve al día en el pago.

Con la tercera tarjeta, aunque recibí el estado de cuenta en cero durante dos meses, luego se acumuló todo en un solo pago. Ahí me acerqué al banco y expliqué que hasta que no me recupere económicamente no podría pagar. Ellos me dijeron que lo único que podía hacer era refinanciar la deuda.

Me explicaron que podía refinanciar el valor total de la deuda o que podía refinanciar las dos cuotas no pagadas. Yo preferí hacer la refinanciación de toda la deuda y también me hicieron firmar un seguro de desgravamen, me dijeron que si me muero o me pasa algo, queda cubierta la deuda con ese seguro. Son USD 5 mensuales que tengo que pagar por ese seguro, pero igual a mí me sorprendió, porque antes yo tenía la deuda sin ese seguro.

Bueno, acepté porque no me daban más opción. Mi deuda la debía pagar en un año, ahora la pagaré en tres.

Como tantas personas, mi única alternativa para salir adelante ha sido recortar mis gastos, dejé de pagarle departamento a mi mamá, por ejemplo.

Además decidí emprender. Comencé a vender lasañas a domicilio, pero obviamente, lo que gano no iguala a mi sueldo anterior, yo soy arquitecta y trabajaba como jefa de proyectos en una firma.

Pero bueno, algo tenía que hacer, espero que las cosas mejoren. Cuando todo esto pase y mi situación económica cambie, mi único deseo es llevar a mi hija a EE.UU. para que su salud mejore, para que le den un mejor tratamiento, es que ella es mi prioridad ante todo. Estoy pensando en vender el carro, ya veré qué más puedo hacer".

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