Docentes y padres de familia limpiaron una escuela de Quero, Tungurahua. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
La ceniza del volcán Tungurahua sorprendió ayer a los pobladores de siete de sus ocho cantones de la provincia que lleva el nombre del macizo, pero sobre todo a Ambato. El polvo volcánico volvió a caer sobre esta ciudad, después de dos años.
La cotidianidad de padres de familia, estudiantes, empresarios, deportistas y obreros se interrumpió desde tempranas horas de ayer. Una fina capa de ceniza cubrió a la urbe, lo que obligó a la suspensión de las actividades escolares. La medida la anunció Lira Villalva, gobernadora de Tungurahua y presidenta del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de esta provincia.
Esta disposición fue criticada por los padres de familia, como Maritza Pallo, quien indicó que la información debió emitirse antes de horario de ingreso a escuelas y colegios. El anuncio se dio cuando la mayoría de estudiantes ya estaba en clases.
“Es una irresponsabilidad de parte de las autoridades de educación. Tuve que comprar mascarillas a 0,50, muchas amiguitas les llevaron sin las protecciones adecuadas a los niños”, comentó Pallo.
Tras este anuncio en la capital de Tungurahua se observó a varios jóvenes estudiantes caminando por los parques y calles céntricas de la urbe.
La suspensión de clases ya se aplicó desde el cambio de alerta, de amarilla a naranja, en 15 establecimientos educativos en los cantones Quero, Mocha, Cevallos y Tisaleo. Pero la medida de ayer fue nueva para los 94 000 alumnos, de las 212 unidades educativas de Ambato.
“Antes se recibía información continua de la actividad del Tungurahua pero ahora la atención está en el volcán Cotopaxi. Eso provocó que no tengamos las precauciones para enfrentar una intensa caída de ceniza a pesar de los 16 años de actividad eruptiva”, dijo el universitario Andrés López.
En las labores de limpieza de la ceniza en Ambato y en otras comunas de Quero, Mocha, Cevallos y Tisaleo se unieron vecinos y docentes.
En la unidad educativa Rosa Zárate, de la comunidad de Puñachizag, en Quero, los 28 profesores barrieron el patio principal. “Estamos limpiando la escuelita pero va a hacer imposible. Sigue cayendo y el viento levanta el polvo”, dijo la profesora Mirian Tibán.
En Quero, algunos propietarios de negocios colocaron plásticos en las puertas para evitar el ingreso de la ceniza.
Manuel Freire, ganadero de la comunidad El Rosario de Quero, dijo que los sembríos y pastos se están destruyendo. Las plantas están cubiertas de ceniza. “Vamos a tener pérdidas económicas”.
Técnicos de la Secretaría de Gestión de Riesgo ya levantan información sobre los daños. Pablo Morillo, coordinador zonal de la SGR, indicó que unas 1 000 hectáreas están afectadas.
En Chimborazo, en las parroquias de Bilbao y Puela, el paisaje aún luce gris. Agricultores y ganaderos tratan de salvar sus cosechas y proteger a sus animales, mientras que en los cuatro centros educativos que operan en las zonas de riesgo, las actividades son irregulares.
En Puela, por ejemplo, los 29 alumnos de la Escuela Cristóbal Colón acudieron a clases protegidos con visores, gafas y gorras. Los patios y techos están llenos de ceniza.
“El viento levanta el polvo de techos y árboles, por eso el ambiente se vuelve insoportable. Los niños corren un grave riesgo de enfermarse”, cuenta preocupada una de las madres de familia. Sin embargo, las clases no se interrumpieron debido a que las escuelas aún se consideran espacios seguros.
Según Dimas Gaibor, director distrital de Educación, en la mayoría de centros educativos las actividades son normales debido a que el riesgo por la caída de ceniza aún no amerita una suspensión. Sin embargo, un equipo técnico recorrió los centros educativos para evaluar la situación y analizar las necesidades de los estudiantes. Las clases podrían suspenderse en Bilbao y Santa Fe de Galán, pero esa resolución se conocerá hoy.
La mañana de ayer, funcionarios del Municipio de Penipe entregaron a los estudiantes y moradores cerca de 200 kits de protección para disminuir el riesgo de enfermedades respiratorias y oculares.