Abdelrahman Omar, un anciano refugiado de Darfuri de 70 años cuyas propiedades familiares fueron saqueadas por las fuerzas del líder de la milicia Ali Kushayb, habla con AFP en el campamento al-Serif, al oeste de Nyala, la capital de la provincia de Darfur del Sur de Sudán, en 10 de junio de 2020. Foto: AFP
Los desplazados del conflicto del Darfur pasan de las lágrimas a la alegría tras el anuncio de la detención por la Corte Penal Internacional (CPI) de un jefe de milicias acusado de atrocidades y crímenes contra la humanidad en esta región del oeste de Sudán.
Ali Kosheib, afín al derrocado presidente Omar al Bashir y jefe de las milicias Janjawid, con orden de búsqueda desde 2007, se entregó voluntariamente en la República Centroafricana y está detenido desde el martes por la CPI en La Haya por su rol en el conflicto de Darfur. Comparecerá por primera vez el 15 de junio.
Está acusado de 50 cargos de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, asesinatos, violaciones o torturas que habrían sido cometidos entre 2003 y 2004.
“Al principio no me lo creía” cuenta a la AFP Badria Saleh, una sudanesa de 32 años en el campamento de desplazados de Al-Serif, en Darfur.
“Kosheib mató a mi marido y a mi hermano, cuando enterraban a un amigo (…) Fuimos expulsados de nuestro pueblo” relata, entre sollozos.
En 2003 estalló la guerra entre el poder central, dominado por las tribus árabes, y los rebeldes originarios de tribus étnicas africanas que se consideran marginadas. Años más tarde, la ONU daría un balance de 300 000 muertos y 2,5 millones de desplazados.
Darfur es actualmente escenario de violentos episodios aunque las autoridades han iniciado negociaciones con los rebeldes.
Tierra quemada
Igual que Badria Saleh, varios desplazados recuerdan la atroz violencia padecida a manos de los milicianos que dirigía Kosheib.
Hace ocho años, sus hombres invadieron el pueblo de Hasan al Senusi. “Mataron a mi hermano y a otras 35 personas del lugar” dice Senusi, y añade que estaba aterrorizado por el jefe. “Su detención nos produce una profunda satisfacción”.
En el campamento de Kalma, Abdelrahman Omar, de 70 años, recuerda los saqueos. “Mi familia fue obligada a abandonar 150 comercios del mercado de Raheid al Bardi. Kosheib se apoderó de ellos”.
Las milicias Janjawid, lanzadas por el entonces presidente Omar al Bashir contra los insurgentes, aplicaron el método de tierra quemada contra los grupos étnicos en Darfur, según las organizaciones de derechos humanos.
Desde la caída y la detención de Bashir en abril de 2019 tras una revuelta popular, los grupos rebeldes piden que el exdictador sea entregado a la CPI, que desea juzgarlo por crímenes en Darfur. Además, varios antiguos dirigentes de su régimen son buscados por este tribunal internacional.
“Demasiado tiempo”
En febrero, el gobierno de transición de Jartum dio su acuerdo para transferir a La Haya a las personas buscadas, pero ello no se ha traducido aún en hechos.
Esta semana, la fiscal de la CPI, Fatou Bensouda, opinó que la justicia para Darfur había esperado “demasiado tiempo”. Ya “es hora” de que esto cambie, declaró, e instó a los sospechosos de crímenes de guerra en Sudán a rendirse, y a las autoridades de Jartum a cooperar. Éstas se congratularon en todo caso por la detención de Kosheib.
A su vez, Minni Minnawi, jefe de un grupo rebelde, se congratuló por este “éxito de la justicia internacional y de las víctimas” del conflicto. “Ojalá sigan varios más, con Bashir a la cabeza”, afirmó.
La noticia de la detención de Kosheib ha alentado además las esperanzas de un retorno de los desplazados a sus tierras.