Supongo que hay muchas maneras de medir una sequía. Una de ellas es en base al caudal de los ríos. Según esa medida, la sequía que está atravesando Paute es fuerte, pero no es la peor en la historia, ni siquiera es la peor desde que existe esa planta hidroeléctrica.
Los apagones eléctricos son el resultado de una demanda de electricidad que no puede ser satisfecha por la suma de la producción local y la energía importada. En un país como el Ecuador, donde hacer predicciones sobre el futuro es muy difícil, una de las pocas cosas relativamente fáciles de predecir con bastante exactitud es la demanda eléctrica. Desde el año 2000, la demanda eléctrica ha venido creciendo de una manera constante y regular. No han habido ni disparos ni caídas inesperadas y, en promedio, esta demanda ha crecido al 7,6% anual.
En otras palabras, las autoridades del sector eléctrico podían saber con bastante exactitud, antes de que empiece este año, cuál era la demanda de electricidad que debían satisfacer.
Para satisfacer esa demanda era necesario generar energía o importarla. La generación local de energía depende de las plantas operativas, tanto hidroeléctricas como termoeléctricas. Adicionalmente, la generación hidroeléctrica depende del caudal disponible para cada planta. El caudal de Paute (la cantidad de agua que llega en cada segundo), es especialmente importante por ser esta la principal planta eléctrica del país.
El caudal que ha recibido Paute en lo que va del mes (hasta el jueves pasado) es bajo, muy bajo, pero no es el peor que se haya registrado en la historia. En realidad, desde que la central se inauguró en 1983 (durante el gobierno de Hurtado), el mes de noviembre 2009, con sus 34,4 metros cúbicos por segundo ha sido el quinto peor mes en lo que a caudal se refiere.
Caudales más bajos los hubo en diciembre de 1989, enero de 1992 (ambos en el gobierno de Borja), febrero de 2004 (cuando Gutiérrez era presidente) y diciembre de 1998 (gobierno de Mahuad). Es muy importante aclarar que en ninguno de esos meses el país sufrió apagones.
En resumen, la demanda de energía era predecible, mientras que la posibilidad de una sequía como la actual era real, pues había habido peores en el pasado reciente. Por lo tanto, un manejo cuidadoso del sector eléctrico debería haber tomado en cuenta la posibilidad de que sea necesario tener plantas termoeléctricas para cubrir la demanda.
Lo interesante es que las plantas térmicas sí existían, pero no estaban en condiciones de producir. Lo que también existía es un profundo desinterés en que esas plantas, muchas de ellas privadas y con dueños pelucones, reciban recursos del Estado. Prefieren tener apagones que dar plata a empresarios pelucones (que hasta podrían hacerse ricos!!).