El secretario de Defensa estadounidense Leon Panetta cerró este jueves una visita a Brasil en la que prometió una y otra vez que su país está dispuesto a transferir tecnología, aunque el precedente de la frustrada venta de aviones Supertucano a Venezuela genera dudas en el país.
El Supertucano es una de las estrellas del fabricante aeronáutico brasileño Embraer, un avión ligero y eficaz en la lucha contra insurgencia y antidrogas.
Brasil quiso vender 24 de esos aparatos a Venezuela en 2006 por un valor de 500 millones de dólares. Washington se opuso y su negativa fue determinante, puesto que el Supertucano cuenta con tecnología estadounidense y por ello ese país tiene derecho a vetar la venta.
Ahora los papeles se han intercambiado, y Estados Unidos quiere ganar la licitación para equipar con 36 cazas a Brasil mediante su modelo Super Hornet de Boeing, en competición con el francés Rafale de Dassault y el sueco Gripen NG de Saab.
“Entendemos totalmente que Brasil no busca solamente comprar un caza, sino más bien un socio totalmente listo en el desarrollo de tecnología aeronáutica”, dijo Panetta en un discurso el miércoles en una academia militar en Río.
Estados Unidos está dispuesto a compartir esa tecnología, dijo Panetta, pero fuentes oficiales conocedoras de las negociaciones resaltan que el problema sigue siendo el mismo: si se entregan los cazas y los conocimientos que los acompañan, Brasil exige poder vender los aviones a quien quiera.
El interés de Brasil en una cooperación militar “no se trata de investigaciones científicas, sino para producir de manera real” con transferencia de tecnología extranjera, advirtió el ministro brasileño de Defensa, Celso Amorim, en rueda de prensa junto a Panetta el martes en Brasilia.
Brasil está desarrollando su industria nacional de defensa, y busca producir aviones con tecnología extranjera en el país, con la posibilidad de luego exportar, como está haciendo con helicópteros y submarinos adquiridos a Francia.
Estados Unidos acordó 4 000 licencias de exportación tecnológica a Brasil en los últimos dos años, dijo Panetta, destacando que nunca fue así en el pasado. “Las negativas de licencias de exportación respecto a Brasil son muy raras, entre cero y cuatro por año”, dijo en la academia militar.
La demanda de tecnología estadounidense en Brasil ha subido un 139% desde 2007, según fuentes oficiales.
Pero la sombra del Supertucano, uno de los aviones más vendidos de Embraer en todo el mundo, incluida Colombia y Ecuador, sigue sobrevolando las relaciones entre ambos países, y no sólo por la frustrada venta a Venezuela.
Embraer ganó a finales del año pasado un contrato para suministrar Supertucanos a Estados Unidos, pero el competidor norteamericano Hawker Beechcraft consiguió que se anulara la licitación, valorada en 380 millones de dólares.
El Pentágono se apresuró a anunciar un nuevo concurso, pero la venta y entrega de los aviones se ha retrasado y de nuevo el caso ha sentado muy mal en Brasilia.
Estados Unidos ve la relación con Brasil más allá de los percances con el Supertucano, insisten fuentes oficiales en la comitiva de Panetta.
“Hay muchas otras cosas encima de la mesa, como ciberseguridad, antidrogas, cooperación fuera de la región”, señalan esas fuentes.
Estados Unidos ha cambiado respecto a la región, repitió varias veces Panetta en su parada en Brasil.
“Hubo un tiempo en que Estados Unidos desalentaba el desarrollo de capacidades militares en países de América Latina”, dijo el secretario de Defensa.
“El hecho es que ahora consideramos que el desarrollo de esas capacidades es importante” siempre y cuando sirvan para afianzar “la seguridad en esta región”, indicó.
“Esa (nueva) visión es muy importante para nosotros”, remató Amorim.