Actúan en cafeterías, bares, tiendas de ropa o patios de comidas. Son hábiles. Aprovechan los descuidos y la afluencia de gente para robar bolsos y billeteras. Luego hacen compras con las tarjetas de débito o de crédito, antes de que las víctimas bloqueen los documentos.
El miércoles 23 de diciembre de 2015, agentes que operan La Mariscal, una de las principales zonas de diversión de Quito, capturaron a una pareja que gastó USD 856 con una tarjeta robada. Los sospechosos compraron zapatos, cremas de belleza, ropa y juguetes.
Un día antes, una mujer alertó a la Policía la pérdida de su cartera en una cafetería.
La capital, por la intensa actividad económica, es vulnerable a estos ataques.
La Fiscalía revela que uno de los siete delitos informáticos que más afecta a los usuarios está relacionado con el uso de tarjetas clonadas.
Entre el 2009 y mayo del 2015, el organismo reportó
10 651 denuncias de víctimas que sufrieron estos delitos.
Los investigadores advierten que hay dos tipos de grupos delictivos especializados en robar dinero a través de las tarjetas de débito o de crédito.
Los primeros operan en los cajeros que no tienen vigilancia e instalan falsos lectores, conocidos como ‘skimmer’. Los segundos, en cambio, hurtan bolsos y billeteras en locales comerciales y hacen compras rápidas o retiran dinero.
Los sospechosos capturados el miércoles utilizaron esta última modalidad para apropiarse de los USD 856. Los agentes incluso encontraron tarjetas de otras personas en el bolso de uno de los detenidos.
En la Policía se investiga si la pareja actuó en complicidad con empleados de los locales en donde hicieron las compras. Los uniformados recuerdan que los comercios deben exigir la cédula de identidad a la hora de aceptar el pago con tarjeta.
El año pasado, la Policía capturó a una red delictiva que actuaba en Quito y reclutaba a personal de bares, restaurantes y tiendas de ropa de la ciudad, sobre todo de La Mariscal, punto de llegada de turistas nacionales y extranjeros.
Cuando el usuario cancelaba las compras en estos locales, los dependientes registraban el pago en el lector original y también lo pasaban por el ‘skimmer’. La información la copiaban en una tarjeta en blanco y así robaban el dinero.
De ahí que los agentes recomiendan a los clientes de estos espacios que no pierdan de vista el documento cuando realizan estas transacciones.
Tras estos ataques, las entidades financieras reaccionaron.
La Superintendencia de Bancos dispuso a todas las oficinas bancarias el uso de tarjetas con chip. La medida rige desde el 1 de enero del 2015.
Con ese sistema, el robo de información es más complejo, pues los datos están encriptados en el chip.
Expertos informáticos aseguran que el riesgo de que ocurra un delito con esta nueva tecnología es mínimo. El uso de la tarjeta con chip puede dar una seguridad de entre el 85 y 95%.
Pese a estas iniciativas, hay grupos delictivos que emplean una nueva modalidad de ataque. Investigadores de la Policía Judicial han detectado que los sospechosos usan un equipo que envía información al ordenador clandestino cuando el usuario hace la transacción.
Este mecanismo se lo conoce como ‘man in the middle’ (hombre en el medio). Los expertos explican que, para perpetrar el robo informático, los desconocidos implantan un equipo dentro de la red de comunicación. Este dispositivo vigila los datos de la transacción, los almacena y luego los entrega al banco.
Ni la entidad ni el usuario se enteran que hubo fraude, pero los sospechosos ya robaron la información.
Sin embargo, esta modalidad es más compleja. Se necesita que una persona asociada al banco implante el equipo. Los policías advierten que en estos casos pueden operar personas que fingen dar mantenimiento a los cajeros automáticos.
En contexto
Grupos delictivos aprovechan la intensa actividad comercial de diciembre para robar dinero de las tarjetas de débito y de crédito. El miércoles, la pareja detenida en La Mariscal recibió prisión preventiva. La Fiscalía la procesó por estafa.