Kenia Molina es la madre de Carla, de 16 años, que fue atropellada el pasado 15 de abril. Foto: Sara Ortiz / EL COMERCIO
Contra todos los pronósticos médicos, Carla se recupera de un fuerte golpe en su cabeza. Su madre, Kenia Molina, cree que es un milagro que esté viva, pueda hablar y poco a poco vuelva a recuperar su movilidad en el cuerpo.
Pero el camino que le falta para volver a ser la de antes es largo. Todo empezó el 15 de abril pasado. Carla, de 16 años, salía de su casa en Luluncoto, sur de Quito, con dirección hacia su colegio en donde le esperaban para un ensayo de la Banda de Paz.
Pero ese día no llegó al colegio y su madre a las 16:00 empezó a preocuparse, ya que no retornaba a su casa. Las horas pasaban y la angustia pasó a tener matices de tormento, al desconocer el paradero de la joven.
A las 21:00, tras decenas de llamadas a sus compañeras, profesores y haber presentado la denuncia por desaparición, supo que su hija estaba en el hospital Eugenio Espejo. Había ingresado por la mañana como NN (sin identidad).
“Fue terrible. Por la mañana nos despedimos normalmente y en la noche la encontré en la cama de un hospital. Tenía toda la cara raspada, con morados en el pecho, la mirada la tenía perdida”, cuenta la madre.
En ese momento, lo único que sabían los padres de la adolescente es que algo le pasó y debían salvarle la vida.
En el hospital Eugenio Espejo estuvo tres días en una cama de emergencias, sin que la operaran. “Yo veía que estaba cada vez peor. La cabeza se le hinchó tanto que parecía un globo gigante”, narró su madre.
Al tercer día, Carla fue trasladada por su familia a un hospital privado, al cual llegó en estado de coma y con pocas posibilidades de que se salvara.
La angustia de la familia se incrementó porque no sabían lo que había pasado. Hasta que del hospital les recomendaron averiguar en la Agencia Metropolitana de Tránsito. Allí encontraron un parte en donde se confirmaba que la joven fue atropellada por una camioneta que posiblemente, pertenecía a alguna entidad municipal.
Tres meses han pasado y hasta ahora la familia no sabe quién fue la persona que arrolló a Carla y la dejó abandonada en la mitad de la vía. Las únicas pistas que tienen, es que fue en las inmediaciones del parque Cumandá, afuera del Ministerio de Defensa y que un militar fue la primera persona que le prestó ayuda a la joven.
La familia ha solicitado los videos de las cámaras de vigilancia, pero extrañamente las imágenes no muestran la parte del choque. “Solo se le ve a mi hija ahí inconsciente en el suelo. Cuando pedimos los videos de los minutos antes del accidente, ya nos dijeron que habían borrado porque pasaron más de tres meses”, detalló Fausto Torres, padre de Carla.
Esta familia no quiere que el accidente de su hija quede como una estadística más. Quieren que el responsable se haga cargo de los gastos, pues a raíz de este hecho, la familia enfrenta una fuerte deuda con los hospitales privados. No recibir justicia y la idea de que el conductor esté por las calles, es algo que los molesta. “Queremos saber la verdad, solo eso”, exclamó Kenia Molina.