Trató de convencerlas para que se fueran del lugar, acudió al Municipio de Quito para presentar su queja y hasta presentó la denuncia en la Policía antinarcóticos. Pero hasta ahora no logra que las vendedoras de droga al menudeo no vuelvan a su vecindario.
A José R. (nombre protegido) le preocupa esa presencia, ya que la relaciona con la inseguridad que afecta a los moradores de la calle Rocafuerte, entre la Venezuela y Guayaquil (Centro Histórico de Quito). Allí está el condominio en el que vive desde siete años y del que es dirigente.
Los vecinos aseguran que la venta ilegal de estupefacientes es el principal problema que aqueja a este sector, a media cuadra de la plaza de Santo Domingo.
Coinciden con las conclusiones preliminares de un estudio que alista el Observatorio de Seguridad Ciudadana. Este señala que la venta de drogas es uno de los factores que más inciden contra la seguridad de la gente en la Zona Centro de Quito.
Es común encontrarse con gente que vende droga mientras se transita por la calle Rocafuerte, el sector del Arco de Santo Domingo e incluso por la Plaza Grande, en los bajos del Municipio. En este último sobre todo en las noches, pasadas las 21:00.
Esto hace que se vuelve una zona de riesgo de asaltos y robos a las personas. Esa es la principal queja de los empresarios turísticos y comerciales, en especial del Centro Histórico.
José R. se lamentó de que la Policía solo hace operativos esporádicos. “Los policías vienen, ahuyentan a los vendedores, pero casi enseguida otra vez están parados junto a las tiendas o almacenas. Sin ningún temor empaquetan al aire libre su mercadería”.
Así los sus vecinos siguen a la espera de que se atienda su pedido para mejorar las condiciones de seguridad. En especial para evitar los asaltos. Solo en noviembre se denunciaron 61 delitos contra las personas.
A eso suma que en sectores como la céntrica calle Flores no se ha podido erradicar el trabajo sexual informal. No dio resultado ni la apertura de un centro de tolerancia en el sector de Las Caleras, occidente de la ciudad, exclusivamente para quienes trabajan en las calles del Centro.
Entre las 19:00 y 23:00 resultan los horarios preferidos para cometer los robos a estudiantes y oficinistas cuando estos regresan a sus domicilios.
Asimismo, el diagnóstico del Observatorio de Seguridad Ciudadana es que la inseguridad en el casco central está ligada con el alto nivel de población flotante (no residentes permanentes). La mayoría solo está durante las horas y los días laborables, ya que trabajan en oficinas públicas y centros comerciales.
Los expertos en seguridad también atribuyen a la tugurización de barrios como San Roque y La Colmena es un factor que contribuye a la inseguridad.
En estos sitios, la mayoría de casas está convertida en conventillos. Son habitadas por quienes emigraron desde otras provincias en busca de trabajo y solo encontraron una opción en actividades informales. De allí que se ven obligados a arrendar cuartos entre varias personas.
Eso agravado a que son sitios de aglomeración por el mercado y la presencia de la Cárcel de Varones. Eso hace que sean considerados focos de la delincuencia.
Carmen Ch. (identidad protegida), dueña de una ferretería, cuenta que a diario ve arranches de carteras y celulares y otros robos. Sin embargo, ella prefiere no actuar para evitar problemas con los delincuentes.
El diagnóstico del Observatorio de Seguridad Ciudadana y la queja de los vecinos es que resulta escasa la vigilancia policial. Incluso se retiró el resguardo, mediante patrullajes permanentes, de sitios como las plazas principales del Centro Histórico.
Esa situación contrapone con el intento por volver al Centro de la capital un atractivo turístico.