Las carpetas llegan hasta el techo en el despacho de César Hurtado. Centenares de ellas se apilan en viejos estantes de hierro, divididos por año. Sobre el sencillo escritorio de madera enchapada, el Comisario Primero de Policía de Guayaquil exhibe una pequeña bandera tricolor.
Hurtado atiende sentado en un cómodo sillón de cuerina negra. Llegó al cargo hace dos semanas.
“Por desconocimiento, mucha gente viene aquí a denunciar asaltos, invasiones, robos de casas, autos…, que no son de nuestra competencia”, menciona.Explica que las comisarías de Policía solo receptan denuncias por contravenciones de primera a cuarta clase. Esto es por robo y/o extravío de documentos, escándalos públicos, riñas, agresión, robo y hurto de celulares, etc.
A través de una reforma al Código Penal, de marzo del 2010, el hurto (robo sin violencia) pasó a ser una contravención. Pero lo es únicamente cuando el valor de lo sustraído no supera los USD 120. Si rebasa ese el monto debe remitirse la denuncia a la Fiscalía.
“Pero hay hasta profesionales que llegan equivocadamente, porque no saben qué pueden o no denunciar aquí”, dice Hurtado.
El despiste es bastante frecuente. Maritza. M., quien habita en una ciudadela de Durán (Guayas), espera a que el amanuense Saúl Ramírez, de la Comisaría Tercera, le redacte su denuncia por el robo a su vivienda.
Antes, la mujer de 26 años había trajinado por la Fiscalía adjunta a la Policía Judicial, en el noroeste de la urbe. En ese lugar no la atendieron.
“Aquí, en la comisaría, solo me están receptando la denuncia por el robo de mis documentos, la cédula y unas tarjetas de crédito. Ahora tengo que volver a la Fiscalía por el robo de los enseres de mi casa”, menciona molesta.
En Guayaquil hay cinco comisarías de Policía. Cuatro están en el centro, en un edificio de seis pisos color crema, en la esquina de las calles Padre Aguirre y Panamá. La Comisaría Cuarta está en la ciudadela 9 de Octubre, en el sur.
La jefa de archivo de la Comisaría Tercera, María Murillo, despacha detrás de un cúmulo de papeles. Atiende en un cuarto sin aire acondicionado. En ambientes contiguos, tres amanuenses se las arreglan llenando boletas en viejas máquinas de escribir.
En la Comisaría Tercera, el año pasado se presentaron 3 000 denuncias menos que en el 2009. “No sé si con la reforma al Código se denuncia menos, pero el caso es que sigue llegando la misma cantidad de gente”, comenta el amanuense Ramírez.
Esa reducción fue una constante en las otras cuatro comisaría. En el 2010 se presentaron 157 098; unas 36 000 menos que en el 2009.
En Guayaquil, cada comisaría receptó el año pasado un promedio de 31 420 denuncias.
La Comisaría Quinta, una de las más concurridas, atendió 39 720 denuncias. Esta comisaría está dividida en tres ambientes. Se ubica al fondo de una estrecha escalera de marmolina desgastada. Los denunciantes transpiran a caudales por la falta del aire acondicionado, mientras esperan en una hilera de asientos plásticos.
Jerónimo Intriago, comerciante de mariscos de 59 años, aguarda su turno parado en una esquina. Se muestra impaciente. “Anoche dos malandrines me robaron la billetera. Ahí tenía mis documentos y los contactos de todos mis clientes”, menciona.
El robo y la pérdida de documentos de todo tipo son las denuncias más comunes en las comisarías guayaquileñas. “Son alrededor del 70% de todos los escritos”, dice Arturo Espinoza, secretario de la Comisaría Quinta.
Los comisarios consideran que la atención mejoró desde que las oficinas se mudaron hacia el edificio de la Gobernación del Guayas, el año pasado. “Allá estábamos muy estrechos, era incómodo para los usuarios”, recuerda Norma Quiñónez, secretaría de la Comisaría Cuarta, ubicada en el sur de la urbe.
Aunque con unos espacios más amplios, las comisarías de Guayaquil todavía no tienen digitalizados sus archivos. “Tenemos que seguir modernizándonos. Esperamos pronto llegar a la digitalización”, menciona Hurtado, el comisario primero de Policía.
Por ello, las carpetas con los escritos de antes del 2007 todavía yacen almacenadas en las bodegas de la Gobernación.