Hay veedores que cumplen su trabajo viendo y socializando lo que ven. Esos son los buenos veedores. Hay otros que, en cambio, no ven nada porque no han querido ver o que no hacen su trabajo porque no están en el lugar debido. Estos veedores están en una categoría distinta a la de los buenos.
Baltasar Garzón, famoso por su persecución al siniestro Pinochet, ha hecho lo necesario para pertenecer a la categoría de los veedores que no son buenos. Con el agravante de que los ecuatorianos han destinado USD 550 000 para cubrir los gastos de su veeduría.
¿Dónde estuvo Garzón cuando a los aspirantes a jueces se les hizo una prueba práctica cuya valoración era completamente subjetiva? ¿Dónde estaba el veedor cuando los aspirantes respondieron sobre cuáles eran las motivaciones que les incentivaba a ser jueces? Un veedor que no está in situ para ver, no hace su trabajo.
Garzón ha venido tres veces al país. Las dos primeras coincidieron con fines de semana. La tercera fue cuando los magistrados ya habían sido nombrados y para tomarse la foto.
Quizá no fue culpa suya el no haber podido estar más tiempo en el Ecuador, pues en su país está sometido a una serie de juicios que requieren su presencia y atención. Quienes están en el proceso dicen que eso es secundario porque Garzón lo ha visto todo por Internet, pero argumento que es un insulto al país pues es evidente que un veedor que hace su trabajo por Skype, no ve todo lo que tiene que ver.
Talvez pudo ser mucho mejor traer a Leandro Despouy.