La víctima que hizo una recreación de cómo le amarraron durante un asalto en Lumbisí, al nororiente de Quito. Foto: Cortesía
Lorena (nombre protegido), de 38 años, sufrió un asalto cuando salió a trabajar en el automóvil de su prima. Ocurrió al mediodía del jueves 11 de febrero del 2021 en una zona abandonada, la cual se ubica entre Lumbisí y San Francisco de Pinsha, en el oriente de Quito.
A continuación su testimonio:
“Salí de la casa y me conecté a la plataforma en la que trabajo diariamente como transportista. Primero dejé un arreglo floral en el barrio González Suárez y luego me solicitaron otra carrera en la parroquia de Cumbayá.
Bajé por el túnel Guayasamín y me demoré 14 minutos hasta llegar al redondel de Lumbisí. Eran las 12:01 cuando me encontré con el cliente y un acompañante. Uno se ubicó en el asiento del copiloto y otro en el posterior. Me pidieron una carrera con dirección al peaje de la Autopista General Rumiñahui.
Tomé la Ruta Viva para luego subir a la avenida Simón Bolívar y dirigirnos a la autopista, pero los hombres me pidieron que me desvíe por otro camino para retirar unos materiales.
Eso me molestó, pero no reclamé porque en mi plataforma los clientes nos califican. Dependemos de su evaluación y si nos ponen mala nota nos pueden cerrar la cuenta. Asimismo, los usuarios ven que no damos un buen servicio y no nos seleccionan.
No les reclamé y acepté. Me llevaron por un sector que se llama Yanazarapata o San Patricio. Circunvalé un redondel pequeño que hay allí e ingresé a un camino de tierra en donde hay las rieles de un tren.
Allí todo es bosque y existe abundante vegetación. En el trayecto vi a tres personas y casitas muy humildes. Comencé a presentir que algo no andaba bien, tomé mi celular y a mi primo le envié la ubicación del sitio en donde me encontraba, pero no contestó.
Ellos se dieron cuenta y me pidieron que pare. El que iba adelante se bajó y sacó una cinta de embalaje. El de atrás me ahorcó y me puso una pistola en la cabeza.
Lloré, comencé a forcejear y les supliqué que no me hicieran daño. No tenía la posibilidad de pedir ayuda porque me encontraba en un sitio muy alejado.
Temía que me violaran o mataran. Sentir un arma de fuego sobre mi cabeza me desmoronó emocionalmente. Utilizo lentes y me los quitaron. Dijeron que no me mueva y que colabore para que no me agredieran.
Se llevaron mi celular, los manos libres, un cargador externo, un reloj y 40 dólares de la caja. Me amarraron las manos, pies y boca con cinta de embalaje.
Luego de unos minutos alcancé a ver que se alejaban caminando. Me zafé y temblaba mucho. Temía que ellos regresaran y me quedé por un tiempo esperando en el carro. Luego pedí auxilio frente a unas casas humildes, pero nadie me hizo caso.
Apareció una mujer adulta mayor que no tenía celular. Al sitio llegó un taxi amarillo con franjas negras. Le pedí ayuda al chofer, pero él solo me escuchó, dio reversa y se fue.
Por suerte, los delincuentes no encontraron en el carro mi bolso en donde guardo los papeles y la tarjeta de crédito. Ahí también llevo un celular antiguo con otro número. No tenía datos, ni saldo, pero llamé al ECU 911 y me ayudaron.
Los operadores me tranquilizaron y a los 10 minutos arribaron dos patrullas con policías. Les pedí que no me dejaran sola y me acompañaron. Me ayudaron a encontrar mis lentes, pues los arrojaron detrás del carro. Los delincuentes se llevaron las llaves del vehículo.
Los agentes se comunicaron con mi prima, la dueña del auto, quien llegó minutos después. Presenté la denuncia en la Policía Judicial y espero que hoy, viernes 19 de febrero del 2021, me asignen un investigador para mi caso”.