Los médicos brindan atención a un paciente en un hotel convertido en un hospital improvisado para pacientes infectados con coronavirus, en Chelles, cerca de París, el 22 de abril de 2020. Foto: AFP
El doctor Philippe Vasseur fue hospitalizado y asistido con oxígeno durante 13 días en París debido a la covid-19. Tres semanas después, mientras trata de reeducar solo su respiración, afirma a la AFP que los síntomas persisten con el propósito de “alertar” de la necesidad de informar a médicos y pacientes.
Este médico de la unidad médico-judicial del hospital Hotel-Dieu de París, donde recibe sobre todo a víctimas de agresiones y violaciones, cree haberse infectado con el nuevo coronavirus en el ejercicio de sus funciones.
Con 64 años y un “peso de hombre joven”, no presenta – subraya -, ninguno de los factores considerados favorecedores de la enfermedad: “ni obesidad, ni diabetes ni hipertensión”. Se define como “deportista”.
El 13 de marzo, Vasseur sintió los síntomas habitualmente descritos: tos seca, resfriado y un gran cansancio.
El 20, con una fiebre elevada de 41,7 ºC, su esposa, preocupada, le sugirió llamar a urgencias. Midió su frecuencia respiratoria poniendo simplemente su mano sobre el pecho: contó entre 20 y 22 respiraciones por minuto, frente a 10-15 de frecuencia normal.
Ambulancia y oxígeno
Esta acción simple y eficaz le convenció de que debía dejar de “negar” lo evidente, reconoce ahora este médico.
“Hasta entonces me decía que estaba bien. La sensación de quedarse sin aliento es un síntoma de gravedad, pero a veces es difícil medirla debido a la gran fatiga”, asegura.
El oxímetro, que permite medir la concentración de oxígeno en la sangre, indicaba igualmente una caída a 90% (entre 95% y 100% normalmente).
Transportado en ambulancia al hospital Cochin de París, Vasseur se sometió a unas pruebas con escáner que revelaron lesiones pulmonares. El test nasal PCR confirmó que era positivo a la covid-19.
Pasó una noche en el servicio de urgencias y al día siguiente fue trasladado a la unidad de neumonología, asistido con oxígeno y tratado con antibióticos.
Tras descartar una embolia pulmonar a finales de marzo, la fiebre acabó bajando. “Después de 13 días asistido con oxígeno, todo iba bien y pude partir”, el 4 de abril.
En ese momento, Francia registraba 5 500 muertos por el nuevo coronavirus (frente a casi 22 000 actualmente) y casi 7 000 pacientes en reanimación.
“Apenas dejé mi cama, esta ya estaba de nuevo ocupada”, recuerda.
Pero ya en casa la tos persistió durante seis o siete días, así como el dolor torácico y “los escalofríos y temblores”.
Tres semanas después, Vasseur enumera los síntomas que prevalecen: “Por la mañana”, como la posición tumbada es menos favorable para respirar, “siento un peso importante en el pecho. Desde hace unos 10 días duermo con dos cojines, en vez de tres. No puedo respirar profundamente. Me sigo sintiendo muy cansado, sin aliento cuando hablo. Ya no tengo fiebre, pero los sudores nocturnos me obligan a cambiar de camiseta entre dos y tres veces por noche”.
Soplar para hacer burbujas
“Ya no tengo escalofríos ni temblores, pero incluso ahora mientras hablo, siento frío en las manos”. Y es que el cuerpo – explica -, dirige el oxígeno disponible hacia “órganos nobles”, indispensables para vivir, como el corazón, los pulmones y el cerebro, en detrimento de las extremidades.
“Ignoramos cuáles son las secuelas de este virus: para tratar de evitarlas, me rehabilito solo con series de expiraciones e inspiraciones y soplando suavemente por una pajilla para hacer burbujas en un vaso de agua”. Pero “hay que hacerlo poco a poco para no irritar los pulmones y volver a toser”.
Para el doctor Vasseur, el paciente que en el hospital no pasó por el servicio de reanimación está un poco abandonado a su suerte cuando vuelve a casa.
Los pocos fisioterapeutas que retomaron sus funciones están movilizados para asistir a los que estuvieron en estado más grave. Motivo por el cual este médico decidió compartir su experiencia.
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