Clara P. (nombre protegido) no esperó para huir. En marzo del 2008, un grupo paramilitar en Colombia asesinó a su esposo y tomó posesión de su vivienda en Villavicencio (oriente de ese país). Tampoco esperó para enterrar su cadáver, rendir versiones a la policía o que alguien investigara. Solo huyó… Fueron 36 horas de zozobra.
[[OBJECT]]Su travesía incluyó tres viajes en buses interprovinciales, hasta llegar a la frontera con Ecuador (Ipiales). De allí se trasladó a Quito, donde solicitó el estatus de refugiada ante el Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador.
“Es duro empezar de nuevo”, manifiesta con la voz temblorosa. Ella sigue angustiada. Pese al dolor que carga a cuestas, Clara se tranquiliza y sostiene, convencida, que está dispuesta a trabajar para volver a tener casa propia y reconstruir su vida.
Pero, esa tarea no ha sido sencilla. Se ha encontrado con muchos inconvenientes. Uno de los más complejos -asegura Clara- es el desconocimiento, de los ecuatorianos, sobre la contratación de los refugiados. “Me dicen que solo pueden darme trabajo con la cédula ecuatoriana, pero yo les explico que mi carné de refugiada es el documento válido para que me contraten(…)”.
José Sandoval, director de Refugio del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración, aclara que no hay ningún problema al contratar a un refugiado, ya que “tiene los mismos derechos y obligaciones que un ciudadano ecuatoriano”. De hecho, con el documento y un permiso del Ministerio de Relaciones Laborales puede trabajar, afiliarse al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), etc.
Esta información también es confirmada por un vocero del Ministerio de Relaciones Laborales, que pidió la reserva, quien indica que el trámite para obtener la autorización laboral es simple y solo requiere del carné.
En el 2011, 363 refugiados de varias nacionalidades lo solicitaron. En Ecuador, 53 678 colombianos tienen este estatus, por lo cual la cifra de las autorizaciones laborales refleja una alta informalidad, sostiene Sandoval.
Los programas de apoyo
Esa falta de oportunidades es uno de los aspectos en los que trabaja el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). A través de 13 Organizaciones No Gubernamentales (ONG), a escala nacional, se ofrecen créditos, apoyo a la producción agrícola, capacitación y fomento del emprendimiento, etc. “El objetivo es la integración local de los refugiados”, apunta Luis Varese, representante Adjunto de esa organización.
Una de las ONG que trabaja en ese programa es la Fundación Ambiente y Sociedad (FAS), que en el 2011 recibió, por parte de la Acnur, un presupuesto que bordea los USD 400 000 para implementar proyectos de inclusión. María Rosa Cajas, coordinadora Nacional del Programa de Protección y Apoyo Comunitario e Integración de esa fundación, reconoce que atender a miles de personas con ese estatus es difícil y deben priorizar los recursos hacia los individuos o familias más vulnerables, como mujeres cabeza de hogar, con hijos menores.
Una de las madres beneficiadas con este programa es Claudia R., quien huyó de Cali (Colombia), en el 2000, por las amenazas de grupos ilegales que arribaron a su comunidad. Llegó a Quito y se desempeñó como ayudante de cocina, empleada doméstica, vendedora en almacenes…Pero la contrataban máximo por tres meses; le decían que el documento de refugio era un impedimento.
En busca de estabilidad laboral, en el 2009 instaló un puesto de venta de empanadas en la calle, del que subsiste. Este año se inscribió en FAS para seguir cursos de emprendimiento de negocios.
Fue capacitada por 15 días, aprendió a elaborar un plan de negocios, manejo de costos, etc. También recibió implementos de cocina como una licuadora, ollas, jarras, entre otros. Con esta ayuda, Claudia rentó un local de 25 m², donde hoy vende arepa con chorizo, ajiaco y sancocho. Está contenta con la ayuda y tiene la esperanza de salir adelante y dar un mejor futuro a sus hijos, dice, mientras acaricia su barriga de ocho meses de embarazo.
Por su condición, varias veces ha acudido a los servicios públicos de salud, donde, según afirma, la atienden sin discriminación. Allí“me siento como una ecuatoriana más”, dice, ya que no le piden su carné y le dan medicinas, en caso de necesitarlas.
Carlos C. comparte su criterio. Él huyó de la zona cafetera de Colombia y llegó a Quito en el 2001. Desde entonces, y al ver la falta de oportunidades, se dedicó a la venta ambulante de accesorios para dispositivos electrónicos en los buses y en las calles. Su trabajo incluye pasar jornadas de 12 horas al día, vendiendo bajo el sol. Esto se refleja en las manchas cafés que tiene en su manos blancas.
Ese trajín también implica comer a cualquier hora, lo que le ha generado gastritis y otras dolencias, que han sido atendidas oportuna y gratuitamente en los centros de salud. En ese aspecto, Carlos no ha tenido inconvenientes y agradece que no haya discriminación en ese sector.
Este Diario solicitó una entrevista con autoridades del Ministerio de Salud para abordar el tema. Sin embargo, no hubo una respuesta favorable.
Los pasos para obtener la visa de refugiado
Un refugiado es quien abandona su país por amenazas contra su vida.
El estatus de refugio se obtiene en el país al que el sujeto huye.
El trámite consiste en ir al Ministerio de Relaciones Exteriores y pedir una
solicitud.
Al diligenciar el documento se pasa a la fase de entrevistas.
Son dos entrevistas, aunque pueden ser más, si los expertos tienen alguna duda.
El proceso toma entre 15 días y un mes, según el caso en estudio.
La información del número de refugiados, por nacionalidad, está en la Web del Ministerio de Relaciones Exteriores. También se encuentran otros datos.