Los alrededores del Aeropuerto Mariscal Sucre, en la parroquia de Tababela, son uno de los sectores más propensos a la formación de torbellinos de viento. Foto: Evelyn Jácome / EL COMERCIO
No son tan fuertes como para levantar un auto o una casa, pero son capaces de hacer volar los tejados y hasta arrancar árboles viejos. Los torbellinos de viento forman parte del mapa de riesgos que debe enfrentar Quito. Se sumaron desde el 2015 a amenazas conocidas como inundaciones, movimientos en masas, sismos, incendios, erupciones…
En los últimos dos años, los torbellinos han afectado a 71 familias, dejando cuatro heridos y decenas de viviendas destruidas. La fuerza del viento se llevó techos, dañó mampostería y tumbó cerramientos, especialmente en casas de construcción informal.
Debido a la destrucción que ocasionaron los torbellinos, siete familias debieron ser evacuadas, cinco que habitaban en los barrios Buenaventura y Chillogallo (en Quitumbe), una que vivía en La Armenia (Los Chillos), y otra en La Morita (Tumbaco). De allí la importancia de contar con un plan de emergencia, según Juan Zapata, de la Secretaría de Seguridad.
¿Qué son?, ¿cómo se forman?, y lo más importante, ¿cuánto daño pueden hacer?
Imagine una columna de aire en posición vertical, que gira como si fuese una especie de cono, dentro del cual, hay un rápido movimiento de vientos. Así es como Vladimir Arreaga, técnico del Inamhi, explica lo que es un torbellino.
Son fenómenos que se presentan únicamente en períodos secos (como el actual), debido a la baja humedad del ambiente y a fuertes vientos que ocurren en la mañana y tarde.
Uno de los requisitos que se necesita para su formación es que existan cambios bruscos de temperatura. El escenario de Quito es ideal para aquello, con noches heladas, donde la temperatura alcanza incluso los 2 °C en el sur, y mañanas soleadas y sin nubes, donde se llega sin problema a los 24 °C.
La semana pasada, por ejemplo, el Inamhi registró dos eventos donde el viento alcanzó los 30 km/h, con ráfagas y picos de hasta 40, en los valles. Para tener una idea, en un día normal, los vientos de verano registran velocidades de entre 8 y 12 km/h. Una de las zonas más vulnerables es Tababela, donde los vientos moderados alcanzan los 25 km/h.
Al escuchar la palabra torbellino se viene a la mente imágenes de conos de viento gigantescos que se presentan especialmente en países de Norteamérica y que levantan buses y se llevan puentes y casas.
Arreaga explica que para que ese tipo de situaciones ocurran, el viento debe superar los 250 km/h. Los quiteños pueden respirar tranquilos porque eso no se presenta en la ciudad. Sin embargo, un viento de más de 30 km/h (como los que sí se han presentado) podría, sin problema, tumbar vallas, tendidos eléctricos y llevarse por los aires llantas.
En los cuatro puntos de observación meteorológica que tiene el Inamhi, (en Iñaquito, Tumbaco, Tababela y en el sur) se han registrado velocidades de hasta 45 km/h, pero Arreaga advierte que pudieran existir velocidades mayores en sectores donde no hay instrumentos de medición.
Un torbellino puede durar entre 20 y 30 minutos y en los últimos años se presentan con más frecuencia debido a que la temperatura alcanza niveles más altos. La clave, según Christian Rivera, titular del COE Metropolitano, es estar preparados (ver consejos).
Las recomendaciones
Es necesario revisar con anterioridad el anclaje de vigas, hojas de fibrocemento, láminas de zinc, y verificar que estén bien sujetas a los techos.
Se debe evitar colocar cualquier tipo de objetos pesados (como bloques, ladrillos, llantas, maderos) en el techo de la vivienda. Podrían desprenderse.
Cuando se produce un torbellino de viento, lo fundamental es mantener la calma, protegerse la cabeza y buscar un lugar seguro hasta que el viento pase.
Debe tratar de alejarse de cables de luz, palos, alambres, o árboles viejos que pudieran desprenderse debido a la fuerza de las corrientes de viento.
Si su barrio está en zona de riesgo y requiere capacitación, puede acercarse a la Secretaría de Seguridad y un equipo acudirá a su sector.
La prevención es clave por lo que el Municipio lanzó el Plan de Prevención y Respuesta en temporada seca, que busca atender ese tipo de casos.