Es honra para el ciudadano de cualquier país celebrar con unción las efemérides de su independencia nacional. Las ceremonias de emancipación se advierten en vivo por televisión, la web, las redes, etc., siguiendo una euforia patriótica generalizada.
Ejemplos, la Noche del Grito de Dolores, ¡Viva México!, en cada capital y municipio de los Estados mexicanos, para no citar el consabido millón que asiste al Zócalo, el 15 de septiembre.
El 4 de julio en los EE.UU. es igual, aunque con la modalidad anglosajona del desfile de los carromatos alegóricos detrás de las ‘Marching Band’; balanceo de la mano gringa para llamar al regocijo histórico.
Esta celebración parece tener mayor solemnidad cuando conmemora la Revolución Francesa, la parada en los ‘Champs Elyssées’. En todos predomina la gallardía de su armada, la pirotécnica digital de trasluces imposibles y el sentimiento de rememorar algo que nunca vieron, pero que presumen como una historia de libertad.
En América, echamos las campanas al vuelo para acordarnos que nos liberamos de los imperios, pero en Francia o el Reino Unido la libertad se supone incólume porque celebran la entrada de la burguesía de sus imperios en el último tramo de la modernidad y del capitalismo.
El 10 de Agosto de 1809 no se celebra en Ecuador como una fiesta nacional, aunque oficialmente se conmemora con eventos donde no se advierte el contenido de grandeza que se asume en otros países. Las causas y explicaciones están poco tratadas aunque se icen banderas y a veces se desplieguen desfiles en la capital.
Ecuador carece de fervor patriótico nacional porque nació como un país escindido en tres regiones pro-realistas en 1809, y aun hoy no ha desaparecido el regionalismo pese a la modernización del Estado.
Ninguna revolución ha podido ni podrá volver a unir la ideología de estas regiones, como se dio en México en que la revolución burguesa se tomó el poder por largas décadas y aunque haya sido en medio de grandes irregularidades, puso a los mexicanos a trabajar juntos por un México mejor. No abogamos por el poder de la burguesía, sino por la participación ciudadana para que ascienda en justicia, equidad y libertad; nuestras herramientas son intelectuales, apoyan la conciencia regional, el patriotismo local, la identidad pueblerina localista, bajo el reconocimiento de Quito como creadora de la Primera Revolución Independentista.
Pese a que todavía se siente una fragmentación ideológica, identitaria y política entre las regiones, debe reconocerse que el 10 de Agosto de 1809 es la fiesta mayor, porque fue un proceso único que nació en Quito y desembocó en la Independencia de América.