Los reductores de velocidad son elementos viales cuya finalidad es incrementar la seguridad en zonas escolares, residenciales o sitios con alta presencia de peatones. Sin embargo, cuando no son construidos bajo lineamientos técnicos ni por la entidad autorizada, en el caso de Quito la Epmmop, representan un peligro para los conductores.
Norma Herrera vive en la calle Lulumbamba, en la parroquia San Antonio de Pichincha, en el norte de Quito. Allí existen al menos ocho reductores de velocidad a lo largo de la vía.
Comenta que hace un par de meses apareció de un día a otro un reductor, muy cerca de otro que ya existe. “Me asombré al ver el tamaño que tenía, pero el problema no quedó ahí pues al no estar pintado se convierte en un verdadero peligro, ya que no se lo ve y varios carros pasan volando”.
Lo mismo ocurrió en Chillogallo, según comentó Pedro Gómez. “Las vecinas se organizaron y construyeron los reductores. Es verdad que los carros pasaban muy rápido, pero ahora los carros que no conocen se escapan de accidentarse o frenan a raya”.
Christian Zaragocín, gerente de Operaciones de Movilidad de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), explica que únicamente esa entidad es la encargada de construir reductores de velocidad, luego de realizar un estudio técnico en la zona.
“Se analizan varios factores como por ejemplo la cercanía de escuelas, la distancia desde la intersección, el número de vehículos que transitan por el lugar, entre otros”, indicó el funcionario.
Pero reconoce que en muchos casos los moradores de ciertos barrios deciden hacerlo por cuenta propia, sin solicitarlo a la entidad competente.
Si la comunidad considera que es necesario construir un reductor de velocidad en determinado lugar debe hacer un requerimiento a través del 1800 456 789 opción 3. También puede hacerlo enviando un oficio a la Gerencia de Operaciones de la Movilidad, ubicada en la Fernández Salvador y Julio Larrea, frente al parque Inglés, en el norte de la ciudad.
Zaragocín señala que una vez que se reciben estas solicitudes se envía un equipo técnico que haga una evaluación. En caso de que esta resulte favorable, se inicia la construcción a través de un cronograma.
En la mayoría de casos, los reductores de velocidad son construidos con asfalto, deben tener una altura máxima de 10 centímetros en su parte más elevada y deben tener la forma adecuada que permita la correcta circulación del vehículo.
Una vez que ya está construido se realiza la pintura de este para que se visualice y además se coloca señalética vertical.
“La pintura no se realiza inmediatamente, pues al estar fresco el asfalto absorbe mucha pintura, pero lo que sí hacemos es colocar señalización vertical para evitar accidentes”, mencionó el funcionario.
Si existen reductores de velocidad que no hayan sido construidos por la Epmmop se puede realizar una denuncia en esa entidad.