En Quito se movilizan a pie o en bicicleta para acudir al trabajo durante la emergencia sanitaria

Hugo Palma recorre 8 km desde Carcelén a Calderón. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO.

Las escenas se repiten todas las mañanas en las calles, avenidas y barrios del Distrito Metropolitano de Quito.
Entre las 05:00 y 06:00, cientos de personas visten ropa abrigada y se dirigen a sus trabajos. Algunas cargan pesadas mochilas con herramientas en sus espaldas, otras circulan en bicicletas o buscan trasladarse en el carro de algún vecino.
Se paran en las esquinas para conseguir un taxi, pero los pocos que circulan en su mayoría se encuentran ocupados con pasajeros. Hay casos de guardias y comerciantes que, sudorosos y agitados, caminan o ciclean en empinadas cuestas.
Este Diario recorrió el martes 12 de mayo del 2020 el sur, centro y norte de la ciudad. Se observó que al menos 200 personas tuvieron inconvenientes para movilizarse. 20 de ellas señalaron que la situación es compleja desde que se inició la emergencia sanitaria.
Habitualmente, según la Secretaría de Movilidad, 70% de la población de Quito viaja en bus. Solo el sistema Metropolitano de Transporte traslada a 650 000 pasajeros al día.
De los 3 100 buses que a diario movilizan a los pasajeros, hoy operan, desde las 05:30 hasta las 19:30, solo 40 en cinco rutas para personal de la salud, agentes, policías o militares.
Una de las zonas con mayores problemas de movilidad es la de Calderón y Carapungo (norte). Allí, la gente sale presurosa de las casas desde las 05:00, para no atrasarse.
El guardia Josué Montenegro, de 20 años, viaja en bicicleta desde San José de Morán hasta una zona residencial de Cumbayá, en el valle. Cuenta que se demora dos horas en recorrer ese tramo y siempre lleva dos mudadas de ropa: el traje de celador y la que usa para pedalear. Por la mañana le resulta más fácil llegar y no ha tenido inconvenientes, pero el drama se presenta en la noche, cuando regresa a casa pasadas las 21:00. Hace dos semanas, dos delincuentes trataron de robarle la bicicleta en la entrada a Carapungo. “Por suerte logré pedalear más fuerte y alcancé a esquivarlos”.
Pablo Tipán es portero en un edificio ubicado en la 6 de Diciembre y Portugal. A las 05:00 sale de su casa en Carapungo. A veces tomaba taxis pero le cobraban USD 7; ahora prefiere salir más temprano y gastar su dinero en otras necesidades. Por la falta de transporte, decide quedarse a dormir tres días a la semana en los condominios en donde labora.
Cuenta que sus compañeros, quienes trabajan como guardias, caminan todos los días hasta el valle de Tumbaco. Uno de ellos debe hacerlo por una hora con dirección al redondel de Gualo, donde lo recoge una buseta todos los días. Lo mismo ocurre cuando regresa de sus actividades.
En la Panamericana Norte y calle del Hierro, antes del intercambiador de Carcelén, es frecuente observar a ciclistas y personas a pie. También en varios tramos de la Simón Bolívar y la zona del redondel de Zámbiza para subir a la avenida El Inca. A las 08:00 de ayer, Marcelo Leal, de 62 años, pedaleaba con esfuerzo su bicicleta por la avenida Simón Bolívar. Desde muy temprano salió de la comuna de Cocotog y se dirigía a la avenida Clemente Yerovi, en Carcelén.
Ahí él vende guantes y mascarillas. Cuenta que sufre dolores de pies “por salir a conseguir dinero para subsistir. Porque si no salgo, no como”.
Hugo Palma recorrió ayer 8 km en su bicicleta desde Carcelén hasta Calderón, en donde se ubica su taller de carpintería. Sobre su hombro izquierdo cargaba tres vigas de madera. Extenuado por el viaje, dice que ese recorrido lo hace todos los días. Eso le provoca dolores de espalda.
Dificultades similares se presentan a lo largo de la autopista General Rumiñahui. Ahí es común ver gente caminando desde horas de la madrugada. Nathaly Gallardo, expresidenta del Gobierno Parroquial de Conocoto, asegura que entre los moradores se ayudan para movilizarse en vehículos particulares. De ahí, “no tienen otras formas de trasladarse y mayormente las personas lo hacen a pie”.
En la avenida Simón Bolívar, a la altura de La Argelia (sur), se observan decenas de obreros que caminan con sus mochilas, con dirección al intercambiador de Chillogallo, para buscar trabajo en alguna obra.
Para Juan Carlos Vivanco, dirigente barrial del sector, los peatones son víctimas de asaltos en el momento de salir a laborar. “Hubo el caso de un guardia que es vecino. Regresaba a pie del trabajo y le robaron en la Simón Bolívar, cerca del barrio Oriente Quiteño”.
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