Con la llegada de las vacaciones, los locales que alquilan internet pierden a sus principales clientes que son los estudiantes. Foto: EL COMERCIO
Los locales de alquiler de internet de los barrios de Quito lucen con menos personas. La época de vacaciones bajó la demanda de estos lugares y son pocos los adolescentes que ven en los ‘cybernets’ un espacio para matar el tiempo libre.
En el Comité del Pueblo, un populoso sector del norte de Quito, el local de Luis Portilla no tiene muchos clientes. Hasta el mediodía, unas cinco personas han ingresado por el local, dice. Todas son adultas que vienen por una información o a realizar un trámite.
“La demanda en las vacaciones baja. Al día yo tengo unas 100 personas que vienen a usar las máquinas en temporada de clases. Ahora, máximo, llegan 60”, dijo. Los adolescentes ya no son sus principales clientes.
El mismo escenario se repite en el barrio La Luz. Mauricio Salazar contó que de las 80 personas que llegan a su negocio a diario, ahora recibe a 50. “A nosotros, en vacaciones, nos salva la Universidad Salesiana. Ellos aún están en clases”, dijo.
Para Salazar, el que cada vez más hogares tengan acceso a internet es la razón de que no sea tan rentable un negocio así en un barrio residencial. “Unos ocho jóvenes llegan al día para jugar en línea o estar en las redes sociales. Ahora los padres prefieren invertir en un computador en casa”, dijo.
En la Kennedy, también en el norte de Quito, María Belén Guacollantes decidió alquilar por horas consolas de juego. Esto le ha permitido enfrentar la baja en los ingresos por la ausencia de demanda en su internet.
“Los pocos jóvenes que llegan son los que aún no salen a vacaciones. De ahí, mi negocio se mantiene por los juegos que alquilo y los materiales de papelería que se venden”, dijo.
El mismo escenario se repite en la Ciudadela Venecia, cerca al parque Bicentenario. Allí, en una cuadra se ubican tres ‘cybernets’. En las mañanas, los locales están vacíos. Wellington Miguel, quien atiende uno de los locales, contó que los jóvenes no llegan hasta el lugar en vacaciones. “Aquí, los jóvenes vienen a imprimir trabajos o a hacer consultas para los deberes. Pero no llegan a jugar”, dijo.