Johanna Córdova / Estudiante universitaria
La leyenda de la Capilla del Robo se repetiría una y mil veces pese a la restauración de la av. 24 de Mayo.
En la actualidad los ladrones (que aún tienen algo de ingenuos), pensarían que la billetera de algún sacerdote está repleta de dinero y tarjetas de crédito. Como en las iglesias del Centro la afluencia de personas es alta y cuando se termina la misa los turistas se quedan para conocer más de la arquitectura religiosa que guardan estos sitios, no sería nada difícil que algún ‘amigo de lo ajeno’ se las ingenie para acercarse hasta las pertenencias del sacerdote.
Después encontraríamos por en medio de la plaza de Santo Domingo o junto a unas de las luminarias del bulevar de la 24 de Mayo la billetera abierta del sacerdote.
Las beatas, que por cierto aún las hay en Quito, se encontrarían con la cartera del padre y querrían armar un alboroto. Pero como no tendrían el apoyo de la gente no les quedaría más que ir hasta la Plaza Grande, se comprarían un megáfono y protestarían en contra de la delincuencia. Además, como están de moda las marchas de antorchas por la seguridad, también harían una. Que la encabezaría el sacerdote, los vecinos, las autoridades municipales.
La marcha pasaría por las estrechas calles del Centro Histórico por el medio y frente de los ladrones, y entre tanta aglomeración, se volverían a robar la billetera y no solo del sacerdote sino del Alcalde, los concejales, los dirigentes barriales, y como estamos en fiestas, hasta la de la Reinita de Quito.