En el barrio González Suárez se ubica el hotel temático Casa Alquimia. Foto: David Landeta / EL COMERCIO
Una de las casas más antiguas y patrimoniales del centro de Quito actualmente luce como un hotel temático. Diagonal a la plaza de Santo Domingo, en la Rocafuerte y Guayaquil, Casa Alquimia resalta por su color celeste que contrasta con el blanco en los detalles de fachadas y balcones y con el café de la madera. Hoy tiene una mezcla de lo colonial y republicano. En sus tres pisos conserva, en gran parte, las paredes de adobe. A través de un pequeño pasillo destaca el gran patio central, rodeado de plantas como geranios que se conjugan con piezas antiguas.
En una banca de madera maciza, en el pasillo de la planta baja, Silvana Rivadeneira, su propietaria, cuenta que la casa tiene más de 400 años. La compró hace siete años a la familia Madrid Flores, atraídos por la historia que guarda y motivada por un sueño: tener una joya arquitectónica de la época colonial e iniciar un emprendimiento turístico familiar.
Este inmueble del barrio González Suárez corresponde a la administración zonal Manuela Sáenz y forma parte de los 844 bienes inventariados por el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) en el núcleo del Centro Histórico, que son considerados patrimoniales y hoy su uso se alterna, principalmente, entre lo residencial, el comercio y los servicios.
EL COMERCIO accedió al último inventario que se levantó en 2011, 2013 y 2015 con el fin de analizar qué usos tienen estas reliquias arquitectónicas, que han sido contabilizadas de dos formas: la primera es un conteo del número de predios y que, en algunos casos, engloban más de dos inmuebles. Por ejemplo: el predio de la Iglesia de la Compañía registra cinco capillas y su sacristía. La segunda suma el total de inmuebles, estén o no incluidos en un predio.
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El uso de estos inmuebles se clasifican en cinco categorías: civil, comercial, industrial, institucional y religiosa y otros sin información. Estos grupos, además, tienen 10 subcategorías: administrativo, bienestar social, comercio, cultural, educativo, recreativo, religioso, residencial, salud y telecomunicaciones.
De los 844 inmuebles, el 56,4% se usan como residencias y también han dado paso a los comercios y servicios.
En la categoría civil hay varios usos simultáneos, por ejemplo, 445 son residenciales y de estos 353 incluyen locales comerciales y de servicios. En la categoría comercial, en cambio, nueve son de comercio, pero dos se utilizan como residencia, comercio y servicios a la vez. En lo industrial hay un inmueble de uso residencial y de comercio; en la categoría religiosa hay cuatro edificaciones residenciales.
A Silvana Rivadeneira le tomó seis años la restauración del inmueble con préstamos bancarios y los programas de apoyo del IMP. A finales del 2018 abrieron las puertas con dos habitaciones, ahora cuentan con 11. La madera fue recuperada en su totalidad. Según una reseña del historiador Fernando Jurado, por este predio pasaron ilustres personajes, como Juan Montalvo y amigos de Eugenio Espejo. También fue conocida como la ‘Casa de la conspiración’ pues ahí se dice que se fraguó el complot para derrocar al expresidente Gabriel García Moreno, quien fue asesinado en 1875.
En el inventario, que está siendo actualizado, también constan cinco inmuebles baldíos: cuatro en la categoría civil y uno en la comercial. Asimismo hay 14 deshabitados en lo civil y uno en Institucional. Las instalaciones donde funcionaba el Colegio Simón Bolívar, entre la Benalcázar y la Cuenca, lucen abandonadas. Los vidrios de las ventanas están rotos y de lo que se logra ver por dentro, las paredes tienen humedad y fisuras. Según el historiador Alfonso Ortiz, el inmueble está abandonado cerca de cuatro años, luego de que el colegio se trasladara a las instalaciones del antiguo Colegio Espejo.
El historiador reseña que este inmueble se levantó a fines del siglo XVI, por parte del Obispo Fr. Luis López de Solís, como un recogimiento con el nombre de Santa Marta destinado para mujeres divorciadas. Más tarde, en 1726, el fray Gaspar Lozano fundó un establecimiento para recoger a mujeres que buscaban una vida devota.
La casa de García Moreno es otro ejemplo de un bien sin uso. Según la reseña de la Guía de Arquitectura de Quito, en 1870 el exmandatario compró el terreno esquinero de las calles Guayaquil y Rocafuerte, en la plaza de Santo Domingo, para construir su residencia, a cargo de los arquitectos Thomas Reed y Juan Pablo Sanz. Su hijo vivió ahí hasta 1931, luego la propiedad pasó a manos del Estado debido a deudas familiares. Primero fue Ministerio de Obras Públicas y luego Ministerio de Educación y Cultura. En la actualidad está sin uso.
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En dos barrios se concentra el 80% de bienes patrimoniales
El barrio González Suárez (núcleo central), que va desde la calle Manabí, al norte; la calle Morales (conocida como La Ronda), al sur; la calle Imbabura, al occidente y, la calle Montúfar, al oriente, incluida una parte en la que se encuentra el mercado Central y el de San Blas, registra más bienes patrimoniales: 571, seguido de La Chilena, con 111.
La mayoría de edificaciones de ambas zonas tienen locales comerciales en la planta baja, mientras que arriba están oficinas o residencias, también es donde se concentran la mayor parte de bienes inmuebles de carácter monumental como la Plaza Grande, el Palacio de Carondelet, la Iglesia de San Francisco, la Plaza Benalcázar, entre otros.
La casa del Mote Colonial, ubicada en La Chilena, era una sola residencia pero sus propietarios la dividieron en dos. En la una funciona el restaurante y la otra está deshabitada. Según Jaime Echeverría, quien arrienda parte del inmueble para su negocio, el sitio que tiene por lo menos 200 años y será intervenido. Aún conserva paredes de adobe, piso de piedra y tablón y como el resto de bienes también guarda historias, como la aparición de un tesoro y la tumba de un fraile en el sótano.
En la calle Manabí, en La Chilena, se ha extendido el comercio con tiendas, papelerías y restaurantes pequeños, entre otros. También hay una variedad de hostales y antiguos oficios de artesanos que arriendan locales en casas patrimoniales. Ánibal Puetate, de 78 años, arrienda un local en la calle Olmedo e Imbabura, desde hace 30 años para su peluquería. Hasta hace cinco años también vivía ahí en un pequeño cuarto junto al negocio pero se ampliaron los locales aledaños y dejó de tener espacio suficiente.
Recuerda que antes era más tranquilo para vivir y trabajar. Todos los vecinos se conocían, colaboraban y no faltaban las actividades populares, pero ahora es diferente-señala-ya que considera que hay más negocios de extranjeros y se han ido perdiendo esas costumbres.
En las calles Cotopaxi y Esmeraldas, entre La Chilena y San Juan, otro inmueble patrimonial se convirtió en el hotel Vista del Ángel. Según Raquel Álvarez, gerente, la casa tiene 120 años y le perteneció a un médico cuyo nombre era Ángel. El inmueble de tres pisos con estilo mudéjar y español ha tenido cuatro dueños y el último lo transformó en hotel. Fue restaurando pero mantiene parte del ladrillo, madera y piedra original.
El resto de inmuebles patrimoniales se distribuyen en otros cinco barrios y hay seis bienes que no pertenecen a ninguno por ser plazas, como la Plazoleta de La Merced o la Plazoleta de Benalcázar.
Pérdida del uso residencial
Mauricio Marín, jefe del Área de Planeamiento de la Secretaria de Territorio, explica que la mayoría de las edificaciones son de uso público, otras son oficinas públicas y, en su mayoría, se trata de viviendas que han ido perdiendo su uso residencial. El despoblamiento del Centro Histórico se dio especialmente desde la salida de los comerciantes de la zona a inicios del siglo XXI según el informe ‘La vivienda en el Centro Histórico de Quito’ del Instituto de la Ciudad, publicado en su portal web el 15 de febrero del 2018.
El Censo del 2010 registró a 40 870 personas en el Centro Histórico y para este año, la proyección poblacional es de 31 037.
El arquitecto Pablo Moreira, presidente del Colegio de Arquitectos de Pichincha y del Colegio Nacional, sostiene que el Centro Histórico tiene las características ideales para habitar. Al estar rodeado de las montañas no es un espacio frío comparado con otras partes, además, es accesible desde todos los puntos de la ciudad y tiene un comercio importante. Pero su despoblamiento se debe a la falta de seguridad y movilidad adecuada.
Por otra parte, uno de los problemas de algunos de los inmuebles patrimoniales es que requieren intervención. Al ser el 95% de inmuebles patrimoniales de propiedad privada, la conservación es responsabilidad de los propietarios. Solo en el núcleo central 546 inmuebles son privados frente a los 83 públicos y 26 religiosos en ese mismo sector.
Los altos costos para la aprobación de planos y las obras de restauración son un limitante. El IMP tiene programas, como Pon a Punto tu Casa que se inició en el 2009, que según la directora del área de proyectos especiales, Karina Núñez, se han intervenido cerca de 200 inmuebles. Y han surgido otros planes, que incluyen recuperación de cubiertas, fachadas y mantenimiento menor.
La Municipalidad absorbe el 50% de la intervención hasta un límite y el propietario pone el otro 50% que se cobra a través del impuesto predial, a 10 años sin intereses. El límite para cubiertas es de USD 15 000 y en fachada y mantenimiento menor es de 10 000.
En el programa de mantenimiento menor el monto es reembolsable al 100% por parte del propietario. Con esto se busca que los propietarios restauren y mejoren las edificaciones patrimoniales y se vuelvan nuevamente habitables y útiles, como ocurrió con Casa Alquimia…