Fausto Iza estaba molesto ayer, porque no podía pasar con rapidez con su Vitara plateado, por la avenida Velasco Ibarra.
A unos 100 metros del puente peatonal de La Tola Baja, en sentido norte-sur, detuvo ligeramente su vehículo, de placas PBC 7319. El propósito era enfilarse en el carril derecho de la vía. Lo hizo, porque ya no podía seguir circulando por el izquierdo. La razón: el contraflujo.
A las 07:55 de ayer, la fila se formó en dirección a El Trébol. “No me parece necesario un contraflujo aquí. Genera congestión para ir al sur”.La circulación en contrasentido por esta vía surgió como una alternativa de desfogue del tránsito, en febrero pasado. En ese mes se cerraron los túneles de San Diego, San Roque y San Juan, en la av. Occidental.
El arreglo de esa infraestructura vial también motivó a las autoridades a implementar la medida en las calles Venezuela y 5 de Junio, en el Centro Histórico.
El 3 de mayo pasado, el flujo vehicular en los túneles se normalizó, luego de los trabajos que ejecutó el Municipio.
Sin embargo, el contraflujo en la avenida Velasco Ibarra, en sentido sur-norte, se mantiene desde entonces cada mañana.
Según la Policía, durante la medida, por la av. Velasco Ibarra circula en sentido sur-norte un promedio de 3 624 carros por hora. El contraflujo, entre las 07:20 y las 08:05 ayuda a evacuar 800 autos más por el carril habilitado provisionalmente.
Ayer, Iza logró pasar en un minuto, aproximadamente, por el carril derecho de esta vía hasta El Trébol. “Ahora hay más fluidez, porque los estudiantes de escuelas y colegios están de vacaciones. De lo contrario, seguro llegaría atrasado a mi trabajo, en Chimbacalle”.
Contó que en época de clases ha llegado a quedarse atorado en ese sitio hasta 30 minutos.
En la ciudad hay cuatro contraflujos, que se mantienen conjuntamente con el pico y placa.
El primer contraflujo en ejecutarse fue el de la Mariscal Sucre, en junio del 2006. Y en septiembre del mismo año se sumó el del Túnel Guayasamín.
Para Rita Rodríguez, una conductora de un Aveo azul, el problema de esta iniciativa es que no se respeta el horario que indican los rótulos.
“El otro día, cuando las clases aún no terminaban, pasé más tarde (08:25) por la Velasco Ibarra. Creía que no habría contraflujo, pero el trancón seguía. Si se cumpliría el horario sería más fácil pasar por esa vía”.
Ella se traslada a diario desde El Inca hasta la Villa Flora. Más de una vez ha llegado atrasada a su trabajo, en una casa de salud.
Una realidad parecida vive a diario Arturo Salazar. Él aseguró que prefiere evitar el contraflujo de la Occidental, porque no se sabe la hora en la cual los policías habilitan la vía.
El teniente coronel Pablo Espinoza, jefe de Operaciones del Grupo de Tránsito, admite que tres de los cuatro contraflujos habilitados en la urbe no tienen horario fijo de culminación, tanto en la mañana como en la noche.
El motivo: el flujo vehicular es diferente cada día y hay jornadas con menos tránsito que otras.
Además, sostuvo que la circulación en contrasentido en la Velasco Ibarra no se suspenderá, hasta que no haya un estudio técnico. “Hemos visto que ayuda a descargar el flujo vehicular que llega desde la autopista Rumiñahui, desde la Napo y La Marín”.
Cinco meses de la medida
Con el cierre de los túneles para su mantenimiento,en febrero, se implementó el contraflujo en la Velasco Ibarra. Son 800 metros de circulación unidireccional. La medida se mantiene durante las mañanas.
Cuatro años de contraflujo
El 26 de junio del 2006 se aplicó por primera vez la circulación unidireccional, en tres carriles de los túneles de San Diego, San Roque y San Juan, en la Mariscal Sucre. El tráfico se concentra en las mañanas y tardes.