En los verdes jardines del santuario apostólico de Schoenstatt, en la parroquia de Alangasí, cientos de fieles católicos se congregaron para honrar a la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt.
La imagen de la Virgen cubierta con una túnica verde y un velo blanco, que lleva en sus brazos a un niño de tez blanca y rizos castaños, entró sobre los hombros de un grupo de seis miembros de la comunidad apostólica.
Desde las 02:00 del sábado, decenas de familias participaron en la peregrinación anual de la Virgen, en la que esta vez también se honró la memoria del pontífice Juan Pablo II. El primer grupo de devotos partió desde el santuario Ciudad de Schoenstatt, a la altura de El Teleférico. Un segundo grupo se unió en el Colegio José Engling, en Tumbaco. El tercer punto de concentración fue en la iglesia de El Tingo. A las 09:00, la procesión llegó a Alangasí.
Patricia Ramírez lucía agotada por la larga caminata. No obstante, aseguró que se sentía satisfecha de haber ofrecido su esfuerzo a la Virgen Peregrina, como también la conocen.
Paulina de Luzuriaga, integrante de la comunidad religiosa, aseguró que la experiencia de coordinar la celebración de este año le sirvió para aprender a reconocer sus errores y enmendarlos. “La solidaridad y el trabajo en equipo es una de las lecciones aprendidas”.
El movimiento apostólico Schoenstatt nació en 1914, en Alemania, de la mano de José Kentenich. Lugar hermoso, es la traducción al español de Schoenstatt, según explica la hermana Monserrat Darquea. Con más de 200 santuarios alrededor del mundo, la sociedad religiosa llegó al Ecuador en 1972.
El santuario en Alangasí es una réplica del templo original, ubicado en Alemania. Consiste en una pequeña capilla con capacidad para 16 personas, con tejado inclinado y un campanario en la parte superior. En el país existen cuatro. Dos en Guayaquil y otros dos en Quito.
Frente al templo de Alangasí se preparó un corredor cubierto con pétalos de flores multicolores. Por ese pasillo ingresó la Virgen Peregrina en andas. A su paso, decenas de personas levantaban las manos en oración y lanzaban más pétalos de flores.
El obispo auxiliar de Quito, René Coba, celebró la misa de consagración. En el sermón se destacaron las bondades del beato Juan Pablo II y los valores morales de la familia cristiana.
La meta de María Emilia Crespo es poder compartir su experiencia e incentivar valores como la fortaleza y el liderazgo con otras jóvenes de su grupo. Ella comparte su tiempo entre su familia, sus estudios de Odontología en la Universidad San Francisco, los talleres de educación moral y los proyectos de ayuda social que realiza en la comunidad apostólica.
Cerca del final de la misa, cientos de personas sostenían en alto las postales de la Virgen de Schoenstatt y de Juan Pablo II, mientras el obispo Coba recorría el santuario bendiciéndolos. Al final varias familias aseguraron que luego de la celebración se retiraban con un aire renovado.