Gladys Toapanta residió los últimos días de su vida en la casa de su madre, ubicada en San Francisco de Miravalle Alto, sobre el cerro Auqui, al oriente de Quito. Y en ese mismo sitio, sus familiares y amigos organizaron su velorio.
María Cunalata, madre de la víctima, aún derrama lágrimas al recordar a Gladys, que murió atropellada el pasado 31 de diciembre de 2017 en la avenida Simón Bolívar. En el arrollamiento también falleció Saraí, una de las tres hijas de Gladys. La niña tenía dos años. Otra de las víctimas mortales del accidente fue Geovany Toapanta, de 34 años de edad, que fue trasladado a Conocoto para su velación.
En uno de los cuartos de la vivienda se acomodaron los féretros con los cuerpos de la pequeña y de su madre. Varias velas y arreglos florales se colocaron en el sitio. Afuera de la casa, se instaló una carpa blanca para proteger a los asistentes al velorio. “Me hacen falta mi hija y mi nieta. Esto no es justo”, dijo María, visiblemente afectada.
De ahora en adelante, bajo su cuidado quedarán los otros dos hijos de Gladys, de cinco y siete años de edad. La adulta mayor pide que alguna institución del Estado le brinde apoyo económico, ya que actualmente no tiene trabajo ni un ingreso fijo. María agradeció el apoyo de los vecinos del barrio, que lo colaboraron para velar los cuerpos.
Luis Toapanta, hermano de Gladys, dijo que un conductor fue detenido luego del accidente. Pero subrayó que tras la audiencia de flagrancia, se dispuso su libertad, por falta de pruebas. El familiar pide que el caso no quede en la impunidad y que se investigue a fondo el hecho. “Son tres vidas, no se puede quedar así”, comentó.
Narcisa Cuaital, cuñada de la víctima, señaló que si algún conductor fue testigo del arrollamiento o puede aportar con información para aclarar el caso, lo haga. “Dos niños pequeños se quedaron sin el amor de su madre. Pedimos que ayuden a la familia”, finalizó.