En el sector de Tanlagua se ubica una de las principales escombreras ilegales que operan en la parroquia. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Es la parroquia que vive de la tierra, del ripio y de la piedra, de donde sale el 60% de los materiales pétreos con los que se construyen las casas de la capital. Y, precisamente, su principal problema tiene que ver con los desechos de la construcción: los escombros.
En San Antonio de Pichincha, norte de Quito, las volquetas son parte del paisaje polvoriento y montañoso.
Son cerca de 1 040 vehículos de ese tipo los que operan diariamente sacando material de las 11 canteras regularizadas que hay en la zona. Salen cargadas de arena, piedra bola, polvo azul, pero la mayoría no regresa vacía. Vuelven con despojos de cemento, varillas, ladrillos… La lógica es esa: aprovechar el viaje de ida y vuelta para mejorar el negocio.
De la zona salen cerca de 12 000 m3 de material pétreo al día e ingresan unos 1 600 m3 de escombros diariamente, según información que maneja la Junta Parroquial.
El problema es que en San Antonio no existe una escombrera legal, por lo que los desechos son arrojados, sin permisos y sin vergüenza, en cualquier quebrada, terreno o a los lados de las vías secundarias.
La calle Huasipungo está rodeada por pequeñas montañas de escombros. Junto a un letrero del Gobierno Autónomo Descentralizado de la parroquia que advierte la prohibición de arrojar ese tipo de material, se levantan cerca de 30 depósitos. El rótulo advierte sobre ‘videovigilancia’ y sobre una multa a los infractores, sin embargo, la normativa se viola todos los días.
El ingreso a Tanlagua corre con la misma suerte. Junto a la gasolinera, a vista de todos, las volquetas vacían sus baldes.
Algunas, las más prudentes, avanzan hasta la vía Culebrillas, para depositar el material en zonas más alejadas. La escombrera más grande se ubica a la salida de Tanlagua, con miles de m3 de desechos.
Álex Troya, presidente del GAD, admite la magnitud del problema y explica que manejar las escombreras es responsabilidad de la empresa municipal Emgirs. Para Troya, la dinámica lógica de la actividad de la zona lleva a las volquetas a manejar desalojos.
Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Las estadísticas de la Agencia de Control corroboran esa realidad. Al comparar los expedientes abiertos por arrojar escombros en quebradas, se evidencia que las administraciones zonales redujeron a menos de un tercio el número de infracciones. Todas excepto La Delicia donde el número de expedientes se duplicó.
En Quito hay dos escombreras autorizadas: en El Troje (en la av. Simón Bolívar) y en Piedras Negras (en Tumbaco).
Para Troya ese es un problema. Las dos escombreras legales están ubicadas lejos de la parroquia. Desde allí, hasta El Troje una volqueta cargada tardaría más de hora y media de viaje, lo que representa un costo elevado. Por depositar el material allí, debe pagar USD 0,57 más IVA por cada m3.
Según Troya, San Antonio, con 112 km de extensión, cuenta con los espacios apropiados para habilitar escombreras. La zona de Tanlagua, rodeada de quebradas y lomas, es la más óptima. Tanto así que, según Troya, tendría capacidad para albergar los millones de metros cúbicos que saldrán de la construcción del Metro.
Además, hay otras opciones. La minería ilegal ha sido tan agresiva en San Antonio, que las cicatrices de la tierra explotada y no sanada están a la vista. Desde la av. Córdova Galarza se ven al menos 10 cráteres que muestran las montañas perforadas, como si se tratara de una gran caries. Esos enormes agujeros son los que podrían ser rellenados.
Según Troya, dejarle sin escombrera a San Antonio provoca un caos que afecta a los sectores de Huasipungo, Altar del Pululahua y La Marca…
La afectación no es solo paisajística, sino ambiental. Según Eduardo Espín, director de Ingeniería Ambiental de U. Central, daña la vegetación, los cauces naturales de desfogue de aguas lluvia y puede atraer a ratas y moscos, lo que afecta la salud de la población.
Santiago Andrade, gerente de Operaciones de la Emgirs, explica que abrir una escombrera autorizada no es sencillo. Se necesitan estudios técnicos, permisos y se debe cancelar ciertos rubros. Al momento, la escombrera de El Troje recibe 6 500 m3 de material al día y Piedras Negras 200 m3. La primera almacena 1 600 000 m3, lo que representa el 50% de su capacidad total, por lo que se tiene previsto ampliarla. Además, se está analizando la apertura de escombreras en Oyacoto, Cocotog y Jipijapa.
¿Por qué no en San Antonio, dada la realidad de la zona? Según Andrade, la principal razón es porque ya existen licencias y estudios para abrir escombreras tanto en Oyacoto como en Jipijapa, por lo que se ha priorizado esos sectores. Sin embargo, no se descarta la posibilidad de abrir una escombrera en San Antonio.
Hay predisposición positiva, dijo, para buscar alternativas.
Mientras tanto, parte de los moradores de San Antonio deberán seguir abriéndose paso entre las escombreras ilegales, para llegar a sus casas.