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Enfermos salen a la calle en busca de comida, atención y medicinas

Moradores del Centro acudieron a la carpa para recibir atención médica, ayer.

Moradores del Centro acudieron a la carpa para recibir atención médica, ayer.

Moradores del Centro acudieron a la carpa para recibir atención médica, ayer. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Saben que están contagiados, que deberían guardar cuarentena en casa para detener la propagación del virus, pero su situación económica los obligó a romper el cerco y a salir.

Cuando Gloria, de 31 años, supo que tenía covid-19 pensó inmediatamente en sus hijos, de 4 y 7 años. “¿Cómo les voy a dar de comer?” Recuerda haberse hecho esa pregunta mientras lloraba.

Su detección se realizó en una de las 11 carpas médicas que el Municipio de Quito instaló en los barrios con mayor número de contagios.

Cuenta que le dijeron que debía aislarse por tres semanas. Los primeros cuatro días permaneció en su casa, en El Capulí, en Quitumbe (sur).

Sus hijos se quedaron con una vecina. Pero al quinto día su amiga le dijo que no podía tenerlos más porque no había suficiente comida ni para ella.
Entonces decidió salir a ganar dinero. De lunes a viernes cuida vehículos en el norte.

Me puse mascarilla, agarré alcohol y me fui a trabajar. Yo no quería contagiar a nadie, en lugar de que me dieran el dinero en la mano me llevé una cuchara de palo para que dejaran allí las monedas”.

Julia, quien sospecha que sus nietos la contagiaron, tampoco cumplió la cuarentena.

“Mi hija dio positivo y ella me mandó a mis nietos para que les cuide 15 días. Creo que ellos también estaban enfermitos, pero sin síntomas”.

A los tres días que llegaron los pequeños, Julia presentó fiebre alta y dolor de garganta.

En el hospital le dieron la mala noticia, y le pidieron que se aísle dos semanas. Faltando cinco días para completar ese tiempo, decidió salir. No podía pagar la renta ni la comida.

Juana se dedica al reciclaje, y una amiga con quien trabaja le contó que tenían que retirar bastante material de un conjunto. Le pagarían USD 15.

Ana tampoco se quedó en casa. Debió salir a comprar medicinas para ella y su padre.

Tatiana, quien perdió el olfato la semana pasada y tiene fiebre, salió ayer a la carpa médica del Centro para que un médico la revisara. Todos tuvieron una razón para salir.

El alcalde Jorge Yunda dijo ayer que siete de cada 10 personas enfermas salen a la calle pese a saber que tienen el virus. Por eso, parte de la estrategia municipal es la dotación de raciones alimenticias a familias necesitadas para que puedan quedarse en casa.

Yunda explicó que la ayuda incluso se coordina con los dirigentes barriales. Aseguró que desde el inicio de la pandemia se ha distribuido casi medio millón de kits alimenticios a personas vulnerables.

Solo el Patronato San José entregó 864 raciones de alimentos para pacientes con covid-19 desde mayo hasta la fecha. Cada ración contenía 28 productos diferentes. Además, un paquete con cuatro mascarillas. El kit duraba alrededor de 20 días para una familia de cuatro personas.

Pero la ayuda no llegó a todos los barrios. Julio Arpi, líder de El Rancho, pide atención. Sus vecinos enfermos necesitan comida y medicina. Allí, quien sospecha que tiene el virus toma licor caliente mezclado con cáscara de naranja, limón y jengibre.

La edil Analía Ledesma, miembro de la Comisión de Salud, indicó que el Concejo aprobó una ordenanza el 19 de mayo para sancionar con USD 600 a quienes, pese a estar contagiados , salgan a la calle.

No obstante, hasta el momento nadie ha sido multado debido a que el Ministerio de Salud no ha facilitado a la Agencia Metropolitana de Control la base de datos de contagiados argumentando que es confidencial. Por esa razón -dice Ledesma- la ordenanza no puede ser ejecutada.

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