David Fernández (de pie) recibe a la comunidad cubana en su local. Foto: Evelyn Jácome/ EL COMERCIO
Es una forma de, por un instante, volver a su tierra, a sus costumbres, a su sabor. Las colonias de extranjeros que viven en Quito encuentran en la Navidad una oportunidad para reunirse y celebrar junto a sus coterráneos, que en suelo ajeno se vuelven su familia.
Según las cifras que maneja el Ministerio del Interior, los cinco países de donde más gente ha llegado al Ecuador, de enero a octubre del 2018, son Venezuela, Estados Unidos, Colombia, Perú y España. Pero al comparar los arribos con las salidas, se evidencia que los países con el mayor número de permanencia son otros.
Es lo que se conoce como saldo migratorio. Son personas que llegaron y no registraron su salida. La mayoría son de Venezuela, Colombia, Perú, Cuba, India y Camerún.
La colonia más numerosa es la de Venezuela. Daniel Regalado, presidente de la Asociación civil Venezuela en Ecuador, estima que pese a que las cifras oficiales tienen un registro de 120 000 personas que han llegado al país en los últimos años y no han salido, extraoficialmente conoce que hay más de 235 000. Solo en Quito estarían al menos 19 000.
La mayoría se asienta en zonas donde la renta de habitaciones es económica. Están en los extremos norte y sur de la ciudad, pero también en algunos barrios del centro. Por eso, esta Navidad, el olor de la allaca (una especie de tamal en hoja de plátano) o de una pierna de chancho asada, platos típicos de la cena navideña de ese país, se percibirá en las calles.
La Navidad en Venezuela es similar a la que se celebra en Ecuador, pero tiene un ritmo distinto. La música gaita venezolana también se ganó un lugar en Quito. Es un ritmo que llegó de Maracaibo y que acompaña a la celebración de Nochebuena. El sábado 22 de diciembre, cerca de 250 personas se reunieron para escuchar a un grupo interpretar ese ritmo.
En el restaurante Don David Internacional, la comunidad cubana también tiene su espacio. Las reservas en estas fechas abundan. Con ese hablado particular, David Fernández, su propietario, comenta que la Nochebuena, un pedazo de Cuba late en su local. El ambiente caribeño, con sillas de bambú y fotografías de La Habana en las paredes, hacen que sus compatriotas sientan el calor de su tierra.
En Cuba hay dos religiones principales, la católica y la yoruba. Los primeros festejan el nacimiento de Jesús. Fernández recuerda que hasta 1998, esa celebración estaba prohibida y no se tenía una doctrina religiosa marcada, pero con la llegada del Papa a la isla se empezó a permitir el festejo. Por eso, no es costumbre hacer regalos el 24 de diciembre.
Los presentes se los entrega en enero. Prepararán pavo y arroz sofrito con fréjol negro, acompañado, por supuesto, de mojitos. Él reside en el país desde el 2012 cuando llegó con su esposa y su hija. Están legalmente en el país.
El canciller de Ecuador, José Valencia, aseguró que de los 250 000 emigrantes que residen en el país, la mitad fueron regularizados.
Los ortodoxos de la comunidad de Egipto en Quito festejan Navidad el 7 de enero. Los egipcios musulmanes no la celebran. Rimón Henaui se reúne con sus amigos en la iglesia ortodoxa, en La Mariscal. Luego van a la casa de uno de ellos. En Navidad, en Egipto se come pato al horno y mologeia (sopa de vegetales). Se suele llevar un obsequio o comida para alguna familia amiga.
Rimón Henaui pasará Navidad junto a sus coterráneos de Egipto. Foto: Evleyn Jácome/ EL COMERCIO
En Perú, la Navidad es capaz de abrirle el apetito a cualquiera. El vecino país se caracteriza por su gastronomía. Carlos Rodríguez nació en Lima hace 47 años y llegó a Quito hace 27. Aquí se enamoró, se casó y tuvo dos hijos.
Admite que uno de los mayores atractivos de su país es su comida, por lo que en Navidad se reúne con sus amigos en Mar y Luna Cocina Peruana. En ningún lado, como allí, se siente en casa.
Juan Andrés Castro es el chef y administrador del local. Al ingresar, el toro de Pucará lleva al visitante a la sierra peruana. Hay dos caballos de totora, una especie de canoa hecha de paja con la que se pesca. Además, tiene representaciones de los balcones limeños. Un cuadro de El Cusco da la bienvenida al salón.
Juan Andrés Castro se reúne con su familia peruana en su restaurante. Foto: Evelyn Jácome/ EL COMERCIO
En Perú se arma el árbol y se cena a la medianoche. La típica comida es pierna de chancho o pavo mechado, que se come con pequeños panes remojados en el jugo de la carne. Se sazona la comida con sillao, una variante de la soya propia del Perú. Además, se hace una chocolatada, similar al chocolate espeso de Ambato y un panetón (pan de Pascua).
En la mesa de la cena no puede faltar la chicha morada, es como una limonada negra con base en maíz morado, membrillo, piña, canela y clavo de olor. Y por supuesto, la Inca Kola.
En Quito, durante toda la cena navideña, se escuchan villancicos peruanos de Eva Young. La comunidad peruana revive además la costumbre del piqueo. Se sirven grandes fuentes con alimentos y cada uno toma lo que le apetece y mezcla sabores. Además, ayuda a integrar a la gente.