Los barrios Santa Anita, Cordillera y Santa Rita están ubicados a 3 000 metros sobre el nivel del mar, en el noroccidente de Quito. A esa altitud, los rayos del sol se sienten con más intensidad y el viento sopla más fuerte.
Desde hace nueve meses, los moradores de estos sectores y de otros 14 barrios de la Federación de Cotocollao decidieron darle una mejor utilidad a la basura que se produce en sus viviendas, ubicadas en las laderas del Pichincha.El proceso de reciclaje comienza en las casas. Teresa Maygua vive en Santa Anita con su esposo y con sus cinco hijos. Ahora separa el plástico, el cartón, las botellas de vidrio y los desechos no reciclables (papel dañado, esferos viejos, por ejemplo).
Una vez separada la basura, Maygua deposita los desechos reutilizables en un centro de acopio ubicado a dos cuadras de su casa. En ese lugar -un pequeño cuarto- se separan los desechos plásticos y los orgánicos.
Existen ocho depósitos de este tipo, distribuidos en ocho barrios de la Federación.
El proceso de reutilización de los desechos va más allá. Laura Real también es moradora de Santa Rita y junto con otras 16 personas de la Federación de Barrios se organizó para clasificar el plástico, el papel y el cartón para venderlos.
Los moradores de Santa Anita les prestaron un inmueble para que lo utilizaran como bodega.
Real explica que todo el material recogido en los centros de acopio se lleva hasta ese lugar. Además, realizan un recorrido en el barrio los lunes, miércoles y viernes, antes del horario de recolección de basura. “Nosotros vamos de puerta en puerta pidiendo los desechos reciclables. Sí tenemos apoyo”.
Geovanny Jiménez, presidente de la Fundación para la Infancia y la Comunidad, afirma que la Secretaría del Ambiente designó a este organismo no gubernamental para diseñar la propuesta metodológica. El fin es aplicar la Ordenanza 213 de manejo de residuos sólidos en la ciudad.
Inés Rueda vive en Santa Rita. Cuenta que desde que comenzó el proyecto, las calles del barrio están más limpias y el recolector se lleva menos desperdicios. “Todo clasificamos. El propósito es desperdiciar poco”.
Junto a la casa de Rueda hay un terreno baldío. Ella comenta que antes ese espacio era utilizado por los vecinos como botadero. “Ahora, la mayoría de áreas verdes están limpias”.
Jiménez señala que cada 15 días recolectan 1,5 toneladas de desechos reciclables. En las casas también se desarrollan proyectos de producción de abono orgánico. Además, siembran y venden hortalizas.
Maygua, aparte de separar el plástico, papel, vidrio y cartón, reutiliza los desechos orgánicos. Con ese material elabora compost o humus, que le sirve para cultivar la tierra.
“Eso es buenísimo para las plantas. En la Fundación me enseñaron a hacer el humus para fertilizar el terreno”.
Las hortalizas que cosecha en su parcela las vende en las ferias que también organizan los moradores del sector. Según los datos de la Fundación, 58 familias de la Federación producen compost y 41 familias implementaron parcelas de producción agroecológica.