En el Centro de Revisión mixto de Carapungo se revisan buses, camiones, taxis, busetas y autos particulares. Foto:Julio Estrella / EL COMERCIO
En lo que va del año, las principales causas por las que los buses no han pasado la revisión técnica vehicular están relacionadas con los niveles de contaminación ambiental.
En cambio, los taxis registran problemas en el sistema de frenos, iluminación y suspensión. Guillermo Altamirano, director de Fiscalización de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT), explica que estos inconvenientes se presentan debido a la naturaleza del trabajo para el que se emplean los vehículos.
En el caso de los buses, los niveles de emisiones suelen aumentar debido a la altitud de la ciudad, que está a 2 850 metros sobre el nivel del mar y a la irregularidad de sus calles. Los buses recorren grandes distancias, debido a la longitud de la ciudad, lo cual genera mayor desgaste del vehículo y se vuelven necesarios mantenimientos constantes.
Este año, en Quito volvió a ser obligatoria la doble revisión técnica para aquellos vehículos que prestan servicio público de transporte o bienes.
Hasta junio pasado, todos los taxis, buses, vehículos de carga, busetas y buses escolares y, en general, todos los automotores de uso intensivo, debían haber cumplido con el requisito de la primera revisión del 2018. Este procedimiento era obligatorio en todo el país hasta el 2015, pero tras un Decreto Presidencial del 2016 y una resolución emitida por la Agencia Nacional de Tránsito en junio del mismo año, los vehículos de uso intensivo pasaron a ser revisados una vez al año.
Sin embargo, el Concejo Metropolitano resolvió -en noviembre del año pasado- retomar la doble revisión.
Esto es necesario según el consultor en movilidad Roberto Custode, porque al disminuir la frecuencia entre una revisión y otra, es más probable que los desperfectos en los automotores sean mayores.
En Quito están registrados 3 333 buses que prestan servicio urbano, rural y combinado. Según la AMT, entre enero y el 21 de julio pasado, 3 232 buses acudieron a su primera revisión del año. De ellos, 3 174 aprobaron, 29 fueron condicionados y 29, exonerados.
Aunque en la cifra de vehículos inspeccionados se incluyen interprovinciales y de turismo, Altamirano señala que aquellos que prestan su servicio en Quito y cumplieron son la mayoría. Los transportistas lo hacen porque así se evitan sanciones y problemas con su permiso de operación.
Custode explica que si bien no hay que generalizar, puede ocurrir que un vehículo reparado tras las observaciones de la revisión, estaría en mejores condiciones que uno que apruebe solo cumpliendo los requisitos mínimos. Por ello, hacer dos revisiones anuales ayuda a contar con un servicio de transporte más seguro.
La cantidad de taxis habilitados en el Distrito que cumplieron con la revisión técnica en lo que va del 2018 es mayor que la del año pasado. Mientras este año aprobaron 8 962, en el 2017 lo hicieron 7 726. También creció la cantidad de condicionados: 655 respecto de los 279 del año anterior.
Cristian Cevallos fue al centro mixto de Carapungo a someter a su taxi a la segunda revisión reglamentaria el miércoles pasado. Él considera que es una “pasadera de tiempo” y una “exageración”, porque se necesita tomar turnos e ir a un sitio distante para cumplir y no exponerse a sanciones.
Cree que dar mantenimiento a un vehículo es una obligación del dueño y refleja su nivel de responsabilidad. “Hay personas que hacen arreglos temporales solo para pasar la revisión y no hacen ajustes definitivos para garantizar seguridad al dueño y a los pasajeros”.
Existen otros vehículos, como las camionetas de carga, que ofrecen sus servicios en los exteriores de los mercados o en las parroquias rurales.
Luis Atupaña, quien ofrece su camioneta en la Cooperativa Trans Ofelia, considera que la revisión debería ser anual en el caso de este tipo de servicio, pues según su criterio, el desgaste de su vehículo es menor frente al de un taxi o de un bus. Cuenta que hay días en que su actividad es baja o casi nula, porque no hay demanda.
Pero también hay quienes están de acuerdo con la decisión municipal. José Aníbal Note, quien maneja una buseta de transporte escolar para 17 pasajeros, considera que la medida es necesaria porque permite que los propietarios tengan un mejor control sobre los vehículos que conducen.
Esta medida, afirma, ayuda a ofrecer mayor seguridad a los chicos que a diario transporta desde sus casas hacia su colegio y viceversa.
En contexto
En noviembre del año pasado, el Concejo Metropolitano resolvió ratificar el texto de la Ordenanza 213, que obligaba a una doble revisión anual para vehículos de uso intensivo.
Lo hizo con base en el Cootad, que dio al Cabildo la competencia en tránsito.