En el suroeste de Manabí se han plantado 22 000 hectáreas de café de las variedades arábiga acawa y sarchimor. Foto: Diana Delgado para EL COMERCIO
Los productores manabitas retomaron sus cultivos con dos nuevas variedades de café arábigo: acawa y sarchimor.
La renovación empezó hace cuatro años, ya que los dos tipos de semillas son resistentes a las plagas como la roya.
Además, no solo se dedican a la producción. Ellos se asociaron para comercializar el café molido en los mercados y tiendas de Manabí, Los Ríos y Santo Domingo de los Tsáchilas.
Hasta septiembre del 2018, la Prefectura de Manabí había contabilizado 15 marcas de emprendimientos de café. Dos ya se distribuyen a escala nacional en supermercados y tiendas como almacenes Tía.
En el 2017, a la economía de Manabí ingresaron alrededor de USD 900 000 por la venta de café molido y también de grano seco a las exportadoras, según datos de la Prefectura.
El productor Bolívar Mendoza, de Jipijapa, tiene el emprendimiento Café Bolívar, cuyo producto se vende en las terminales terrestres de la provincia. Pero el negocio va más allá. Desde el año anterior ofrece un tour por los cafetales de Jijipaja, un cantón que hace 70 años era considerado como la ‘Sultana del café’.
La ruta se inicia en la terminal de Jipijapa hacia las haciendas cafetaleras y tiene una duración de cuatro horas.
Mendoza tiene un cultivo de tres hectáreas de acawa y sarchimor. Él retomó la actividad en el 2015 luego de que los técnicos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) inspeccionaran el terreno para ver las condiciones de la tierra.
Esa entidad dio hace cuatro años 85 toneladas de esas variedades brasileras a 9 000 productores dentro del proyecto de Reactivación del Café.
Desde el 2014 hasta el primer semestre de este año se sembraron 22 000 hectáreas en 18 de los 24 cantones manabitas.
De esas hectáreas, el 60% está en Jipijapa, Paján, 24 de Mayo y Santa Ana, en el suroeste de la provincia. El resto está en los cantones del norte.
José Zambrano tiene una plantación de cinco hectáreas en el recinto Cerro Grande, de Jipijapa. Producía café hace 40 años, pero la roya acabó con sus plantaciones y le quedaron 10 árboles. “Los cultivaba para que la finca oliera a café”.
Hace tres años renovó sus plantaciones y se agremió a la Asociación Cafetales de Manabí. Ellos fabrican artesanalmente café molido y venden a los turistas que visitan Manta y Montecristi. “También nos compran en las cafeterías de Portoviejo”.
En el recinto Noboa, del cantón 24 de Mayo, unos 74 caficultores también se agremiaron para crear la Asociación de Producción Industrial Cafeteros de Manabí.
Ese gremio firmó un convenio de mancomunidad con el MAG y la Prefectura para la construcción de una planta procesadora de café, que costó USD 348 056. Los productores aportaron con el 40% de los recursos y la mano de obra, y las entidades, el 60%.
En abril del 2017, la planta empezó a funcionar en Noboa. Los productores crearon un producto llamado El Mañanerito, como un tributo a los agricultores que inician su jornada desde las 05:00.
La Asociación de Producción Industrial de Cafetaleros de Noboa tuesta y muele su café El Mañanerito. Foto: Diana Delgado para EL COMERCIO
Cada mes se elaboran 1 800 fundas de 200 y 400 gramos, que se distribuyen en los locales de Tía y en los supermercados regionales.
José Vergara, presidente de la Asociación de Producción Industrial Cafeteros de Manabí, aseguró que tienen una plantación de 300 hectáreas.
Pero desde agosto también compran el grano seleccionado a los productores del sur de la provincia. “Los intermediarios les pagan USD 15 por quintal y con eso no alcanzan a cubrir los costos de producción. Nosotros les compramos a USD 22 y así se motivan”.
Otros agricultores alquilan la planta para elaborar su propio café y venderlo directamente en los hogares de Portoviejo, Manta, Chone y otros.
La técnica del MAG, María González, señaló que en la provincia hay más de 20 técnicos que recorren las plantaciones y fábricas de café para acompañar al agricultor.
Esa práctica ha mejorado la calidad del grano de oro y les ha permitido enviar muestras del café a países como EE.UU., Italia y la próxima semana irá una muestra de 20 kg a Australia. “De los mejores cafetales, cada agricultor dona un kilo que se trata en la planta y se envía en tres presentaciones”.
Una de las particularidades del café manabita es que pese a que está cerca del nivel del mar (300 metros), la corriente de Humboldt pasa por esta zona en época de floración y hace que en el fruto se condensen altos niveles de azúcar, reduciendo la acidez. “Nos diferenciamos de las zonas altas, porque el sabor es menos ácido y se puede tomar sin azúcar y eso lo hace y novedoso”.