René Ramírez, secretario Nacional de Educación Superior, niega que la entidad que dirige (Senescyt), tenga alguna relación con el surgimiento de la Ceupe o la financie. “Es una acción colectiva independiente”, sostiene.
Personalmente cree que este momento histórico requiere “actores sociales consolidados, que impulsen las grandes transformaciones… Es muy importante el surgimiento de la Ceupe por la crisis de los movimientos sociales”.
Gabriela Gallardo, presidenta de la Federación de Estudiantes de la U. Católica de Quito, es parte de la comisión de redacción de estatutos de la Ceupe. Y está a la expectativa. Dice que el principio más importante debe ser la independencia. Y que pedirán sanciones ante alguna vinculación política de los miembros.
Para Luis Córdova, presidente de la Federación de la U. Católica de Guayaquil, se pudiera lograr mucho con el gremio. Pero siempre “que no lo vean como una pata política más para conseguir el respaldo de los universitarios”. Relata que a él un asambleísta de Alianza País le ofreció la vicepresidencia de la Ceupe, a cambio de apoyo.
Sin embargo, la estructura de la Ceupe será diferente. Habría un Consejo Nacional, integrado por los representantes de federaciones locales. De entre ellos se escogerá a nueve voceros nacionales: tres de las universidades privadas, tres de públicas y tres de las politécnicas. Y de entre ellos a tres vocales, con vocería de ocho meses.