Sátira, parodia, sarcasmo, ironía, absurdo… los mecanismos del humor que se reproducen en la calle virtual, mediante las redes sociales es variopinta y tienen su forma en el ‘meme’. Una forma de carácter descuidado pero espontáneo, simple y efectivo para fines jocosos.
El reciente proceso electoral en el Ecuador también echó mano de las redes. Si bien hubo candidatos que las utilizaron para difundir sus propuestas de trabajo, la mayor participación provino de ciudadanos que hallaron en ellas y en el humor un camino para la exaltación de las ideas y la liberación de emociones, la catarsis. Con respecto a un proceso singular, por los errores de campaña y por la ingenua reacción de los implicados, la comedia hizo frente a la prepotencia y a la exasperación. Fue la política vista desde el humor, ese humor también condenado hace poco.
Mediante los ‘memes’ se dio, además, una banalización de los procesos electorales. Estos reposaron en la irreverencia desde el simulacro, en la ficción o en el chiste por sobre la propuesta. Esas imágenes simplemente alteradas se compartieron más que los planes de trabajo. El fin del ‘meme’ es apelar a la masa virtual con temas de conocimiento público, viralizar. De allí se desprende el uso de imágenes de fácil identificación, situaciones o personajes que desde la cultura popular son resignificados, sin perder la relación con las audiencias.
“¡Qué bruto, póngale cero!” o el Chavo del Ocho recogiendo sus pertenencias para salir de la Vecindad son algunas de las referencias que se tomaron de Chespirito para acondicionarlas. Ocurrió también con la escena del filme ‘La caída’, donde Hitler lanza una furibunda diatriba, cuyo subtitulado se prestaba para disparatar sobre la contienda por la Alcaldía.
La funcionalidad del ‘meme’ dentro de las lides de la política -dice Alfredo Velasco, experto en temas y usuarios digitales- es caricaturizar un momento determinado con una foto que ni siquiera es del sujeto implicado, llevando las referencias a la vida cotidiana. El objetivo es menoscabar la imagen del contendor a través del humor.
Para Velasco, si bien estas expresiones pueden partir de una iniciativa ciudadana, una parte de la generación de ‘memes’ corresponde al bando contrario. Pero en el caso de Quito las manifestaciones dentro de las redes sociales ya venían desde antes: cuando Augusto Barrera entró a Twitter, tuvo que cancelar su cuenta por la cantidad de críticas que recibió.
Según lo visto en los días pasados, hubo expresiones de cada bando, pero fue Barrera (el manejo de su campaña, su filiación partidista, la sugerencia del nulo) el sujeto más explotado en estas representaciones.
En este proceso específico, el voto ideológico quedó relegado. Esa pérdida de valor fue aprovechada por la comunidad virtual: la izquierda y la derecha no fueron asumidas como posturas sino en su literalidad o como palabras sin sentido. Otras bromas desde el digital apuntaban la indiferencia para con las elecciones: “Papá, ¿tú cuál quieres que gane la Alcaldía? -Veras hijo… Yo solo quiero el certificado de votación”.
Sobre ello, la injerencia de Rafael Correa en las elecciones municipales fue motivo para revivir el género epistolar. Tras la carta de apoyo al candidato de su lista, otras misivas se redactaron; en una de ellas se leía: “Ya hasta había olvidado cuándo fue la última vez que me escribiste… Creo que en las elecciones pasadas. Solo cuando quieres favores, ja, ja, no importa”. El tono siempre fue el mismo informal y jocoso, ubicando a remitente y receptor en el mismo plano, desvirtuando aquello del ‘enemigo’.
Como sucedió con las cartas la iconografía usada desde el poder se subvertió en su contra: la propaganda protagonizada por Megan, en relación al 30-S, se resignificó con una cambio de fecha el 23-F.