La Secretaria de la Unasur, María Emma Mejía, sostiene que sin perder la esencia política de cada país, habrá que visibilizar la integración regional.
¿Se sentía más cómoda dirigiendo la fundación Pies Descalzos de Shakira o ahora como Secretaria General de la Unasur?
Por supuesto que en Pies Descalzos. Mi actual responsabilidad abruma un poquito porque las expectativas de Unasur son muy grandes y apenas estamos armando su institucionalidad. Antes había más Secretario que Secretaría de la Unasur. No teníamos sede, dominio, portal, Twitter, archivos. Con Pies Descalzos fueron ocho años maravillosos trabajando con los niños.
¿Esas expectativas sembradas por los propios presidentes no hacen un choque muy duro con una integración que aún no se concreta?
Unasur ha hecho cosas importantes e históricas. Por ejemplo, Néstor Kirchner, nuestro primer secretario, tuvo esa visión de acercar a Colombia y Venezuela, que vivían una situación muy difícil. Entonces, la organización creció muy pronto con resultados políticos, pues es un órgano básicamente político.
¿Y su papel integrador?
En épocas en que no hay crisis hay que armar esa institucionalidad y empujar la agenda de infraestructura, energía, salud, defensa y recursos naturales.
¿Unasur dará ese salto a la integración real?
Los estatutos constitutivos así lo determinan. Hace una década Fernando Enrique Cardoso reunió por primera vez a los mandatarios sudamericanos, pensando en temas de integración real a la europea. Ahora, casi todos los presidentes del bloque no quieren perder ese organismo político ágil y dinámico que resuelve problemas a la brevedad, sin grandes burocracias. Sin perder la esencia política, habrá que visibilizar la integración.
¿No hay el riesgo de que Unasur aumente la dispersión de organismos regionales, como la OEA, la CAN, el Mercosur, entre otros?
No lo veo. Desde Bolívar, Artigas, San Martín nosotros fuimos sudamericanos y el primer empeño de las vidas republicanas de la región hay ese espíritu de integración. Ahora cada organismo tiene su espacio y cada país, desde sus identidades.
Entonces, ¿cuál será el rasgo diferente de Unasur?
Tenemos una misión específica en cada uno de los ocho consejos. La idea es que en este año todos estén operativos y con metas hasta el 2022. Incluso en la última cita del Consejo de Defensa Sudamericano se ha avanzado en transparentar el gasto militar y en medidas de confianza, que no son temas fáciles.
Colombia ponía reparos a esas medidas de Defensa, ¿con el cambio de administración en su país esas trabas están por superarse?
Sí. Pero no olvidemos que fue el propio presidente Álvaro Uribe que firmó el tratado de Unasur. De alguna forma, los debates tan duros del 2008 y 2009 sirvieron para que los presidentes fueran capaces de superar las diferencias y dejar de lado las ideologizaciones. El 30 de junio ya tendremos las reglas de ese Consejo.
¿La doctrina que creará el Consejo de Defensa tendrá un enfoque pacifista?
Absolutamente. Los ministros quieren generar medidas de confianza y crear fuerzas de paz. La protección de recursos naturales es clave y por eso se crea el Centro de Estudios Estratégicos de Defensa, como un tanque de pensamiento donde habrá personal militar y académico de los respectivos ministerios.
Brasil ha dicho que Unasur debe ser un bloque con capacidad de negociación comercial, por ejemplo con EE.UU. ¿Las divergencias ideológicas lo deja sin piso?
Juntos somos una potencia que puede hablar a la par con otros bloques políticamente, aunque no sé en lo comercial. He visto inclinación de la mayoría presidentes de que hay instancias comerciales en las que se puede converger y, a futuro, mirar cómo camina. Algunos países priorizan los TLC y otros no.
¿Con tantos desafíos no es muy corto el lapso de un año para dirigir la Secretaría?
No importa quién esté. Mi tarea es armar la casa que hará que Unasur perdure en el tiempo.