En el parque Samanes fue sede de la celebración de los nueve años de Gobierno de la revolución ciudadana. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Bailaron al son de la revolución. Los jingles de viejas campañas electorales de Alianza País -desde el 2007-, se volvieron a escuchar en la Concha Acústica del Parque Samanes, una de las obras monumentales del Gobierno en Guayaquil.
Aquí, cerca de 10 000 simpatizantes de movimiento gobiernista se congregaron la mañana de este sábado 16 de enero del 2016. Llegaron desde distintas partes del país para celebrar los nueve años de la revolución ciudadana y para oír a su líder, el presidente Rafael Correa, quien tuvo participación en medio de un show artístico organizado por las bases de la agrupación.
El espectáculo comenzó a las 08:00, pero muchos habían llegado a la ciudad desde la madrugada, en cientos de buses que se estacionaron en los alrededores del parque. Hubo presentaciones cómicas, de artistas nacionales y extranjeros, también testimonios en video de algunos de los programas implementados por el régimen en salud, vivienda, becas, el bono de desarrollo humano.
Antes de que el Mandatario entre a escena, algunos de los asistentes tomaron una siesta sobre el césped, recostados en las banderas y carteles que habían llevado; otros corrían tras los sánduches que repartían en cartones, para soportar el resto de la jornada; y hubo quienes no perdieron la oportunidad de hacer un tour por las canchas y lagunas de Samanes, para llevarse una foto de recuerdo.
Aunque en el orden del día del aniversario únicamente constaba la participación del presidente Correa, Jorge Glass le antecedió. “¡Vivan los primeros nueve años de la revolución ciudadana!”, gritó el vicepresidente de República y uno de los posibles sucesores de Correa para los comicios del 2017, quien defendió los avances en el cambio de Matriz Productiva, una los planes que él lidera.
Pero el tema electoral fue el que sobresalió. Después de cantar ‘Ya tenemos presidente’, Correa empezó su discurso, que duró unos 50 minutos. Entonces, los visitantes que estaban más dispersos empezaron a amontonarse alrededor de las pantallas gigantes instaladas en el lugar.
“Prohibido olvidar, señor presidente”, le respondían algunos señalando a la proyección cuando Correa hacía un recuento del antes y después de su gobierno. Otros, más distraídos, conversaban de los temas más diversos casi a gritos, para esquivar el estruendo de las torres de parlantes.
Algunos salieron antes de que acabara el discurso del mandatario, apresurados por esquivar el amontonamiento de la salida y regresar antes a los buses estacionados en la explanada donde se dio la misa del papa Francisco en Guayaquil. Gran parte de ellos se perdió el análisis que hizo Correa del panorama electoral para el 2017.
El presidente reconoció que el 2016 será un año difícil, debido a la situación económica. Pero aseguró que el año anterior el Gobierno trabajó sin recibir ingresos petroleros.
“Completaremos todas las obras iniciadas e iniciaremos nuevas con financiamiento internacional -afirmó-. Algunos se alegran de la situación. A la final, la revolución sacará unos pocos votos menos que en el 2017 y ellos unos pocos más”.
Reiteró que es “solo un compañero más” dentro del proyecto político de AP, resaltando su decisión de no postularse nuevamente a la Presidencia. “Muchos compatriotas han lamentado la decisión de no presentarme a elecciones el 2017, pero todos somos necesarios y nadie puede ser imprescindible”, dijo.
Y avizoró “una campaña sucia” en la que, dijo, aparecerán los “Judas” o traidores del régimen y los “títeres con máscaras de analistas”. “Hablan de supuestos nuevos ricos y no prueban nada. No dejaremos infamia sin denunciar”, comentó en relación a la oposición, a la que catalogó como “contrarrevolución” durante todos sus años de mandato.
Cerca de las 13:00, la multitud comenzó a disiparse. Banderines abandonados y basura fue la huella que quedó en el parque.
Sobre el escenario los organizadores luchaban con la bolsa de globos tricolores, que se abrió a medias cuando Correa acabó su intervención. La voz de los Niños Cantores del Pueblo, y la imagen del presidente sosteniendo la mano de dos pequeños, hizo olvidar ese desperfecto.
La presentación infantil dio paso al reggaeton y al merengue. Los funcionarios públicos que siguieron ocupando las primeras filas dejaron a un lado las arengas para bailar con el grupo cubano Gente de Zona, invitado para el cierre de la fiesta.