Salvador Quishpe, dirigente indígena. Foto: María Isabel Valarezo / Archivo EL COMERCIO
En la Conaie se dice que, a pesar de que no hay un quiebre en el movimiento, la cercanía de las elecciones suele distanciar a líderes con distinto criterio. ¿Eso está pasando ahora?
Es necesario que la participación electoral no se quede dentro del territorio del centro a las izquierdas. Hay compañeros que dicen que solo así deben ser las alianzas, pero yo no lo creo. Aspiro a que ellos analicen lo que ha pasado en los últimos años.
¿Hay lecciones pendientes, por aprender?
En el 2013 hicimos una alianza de seis organizaciones del centro a la izquierda: Democracia Sí, MPD, una facción del Partido Socialista, Participa (de Paúl Carrasco), Montecristi Vive y Pachakutik. Yo participé como precandidato presidencial. Se hizo campaña, un programa de Gobierno y la consecuencia está a la vista. Logramos el 3% que luego fue motivo de burla del presidente Rafael Correa.
¿Cómo se vislumbra el panorama para el 2017?
El Presidente ha copado el discurso de izquierda. ¿Y qué está diciendo este rato la gente? De la izquierda no queremos saber absolutamente nada. El responsable de echar al traste los postulados progresistas y de izquierda es el Presidente.
¿Cuál sería la solución?
Nos toca pensar (en la Conaie, en Pachakutik y en el centro-izquierda) en una estrategia para que el pueblo no mezcle nuestros postulados con lo que ha hecho Correa porque definitivamente nosotros no somos él ni de lejos. No comparto mucho esto de la unidad de las izquierdas en el fondo y en la forma.
Más allá del 3%, Pachakutik apoyó dos opciones que llegaron al poder: Correa y Lucio Gutiérrez…
Claro, sí, es verdad, pero Correa nos engañó.
Esta vez, los movimientos de izquierda sostienen que está primando el plan de gobierno sobre las candidaturas. ¿Usted cree que eso haga la diferencia?
Podría haber razón, pero no creo que es tan así porque se daría a entender que nosotros nunca tuvimos un plan de gobierno.
¿Cuál es su propuesta?
El movimiento indígena presentó un modelo de Estado en 1990, de construir un Estado pluralista, que reconozca esa diversidad social, cultural, económica y productiva. Ese es el Ecuador real, no el que gobernó Febres Cordero de un solo color y que Correa pintó de otro color, tratando de homogenizarlo. En estos nueve años de correísmo se ha vuelto más vigente la propuesta de 1990. En torno a eso hay un sinnúmero de temas en el plan de gobierno.
Si ese plan existe desde 1990, ¿por qué no se ha aplicado hasta ahora?
Quizá no hemos tenido hasta el 2013 la capacidad de conjugar esa enorme diversidad. Nos quedamos solamente entre nosotros. Si no reconocemos esa parte, seguiremos quedándonos entre los que llevamos unas banderitas más rojas y otras un poquito menos. El Ecuador no solamente es esa lista de organizaciones populares que valoro, porque soy parte de la Conaie. Tiene también la otra cara y en la medida en que logremos armar ese rompecabezas, creceremos.
¿Ha recibido críticas por su posición sobre el diálogo con otros sectores, incluso la derecha?
Me han dicho que me vendí a la derecha, pero yo creo que es necesario conversar hasta para saber cuáles son las diferencias de fondo.
Cristina Reyes (PSC)decía que las etiquetas de centro, centro-izquierda o derecha terminan por hacerle el juego al Gobierno. ¿En el país se están diluyendo los límites entre tendencias?
Solo miremos cómo está estructurado el gobierno de Correa. Está mezclado y por eso quizás el éxito que ha tenido electoralmente. Va desde la extrema derecha, con Alexis Mera, por ejemplo, y termina con Gilberto Talagua o Ricardo Ulcuango, ex Conaie, del otro extremo. La política ahora se mueve de otro modo. Acabamos de ver discutiendo asuntos públicos a Raúl Castro y Barack Obama.
¿Eso demuestra una dinámica política o simplemente una mezcla?
Marx dijo hace mucho tiempo que la política no es una cuestión estática. Las sociedades van cambiando y en los últimos tiempos la ecuatoriana lo ha hecho de una manera veloz. Una organización que representa a un gran sector de la sociedad ecuatoriana no puede quedarse rezagada en el pasado, mientras los otros siguen la carrera. Con esto no quiero decir que tenemos que renunciar a nuestros principios, formas de vida, criterios de respeto a la naturaleza, a los derechos y a las libertades. De ninguna manera lo voy a hacer.
¿Entonces qué hacer?
Evidentemente las herramientas que teníamos hace tiempo se quedaron obsoletas y hoy tenemos que usar otras para seguir soñando con los objetivos. Cuando veo en los periódicos que se reunieron las izquierdas, pienso, Dios, ¿me van a llevar otra vez a ese espacio donde nos quedamos con el 3%? Para eso prefiero quedarme cuidando mis plantas de cacao en Zamora.
Salvador Quishpe, dirigente indígena
Su trayectoria. Es sociólogo por la U. San Francisco de Quito. Forma parte de la Conaie, presidió la Ecuarunari y ahora es prefecto de Zamora Chinchipe.
Su pensamiento. Es necesario conversar con todos los sectores, para evaluar las diferencias.