Antes de subir al ‘Correa Móvil’, el candidato a la reelección para la Presidencia de la República, Rafael Correa, viajó en un vehículo blazer oscuro. Se movilizó a una velocidad moderada: a más de 80 kilómetros por hora en la vía Panamericana Norte.
Eran las 10:00 del miércoles pasado y llevaba 50 minutos de retraso. Cuatro motos policiales con las sirenas encendidas y luces destellantes, azul y roja, escoltaron la caravana que venía de Riobamba.
También hubo dos patrulleros y tres furgonetas color marrón. En estos tres últimos vehículos se transportaba el Grupo de Amigos del Presidente (GAP). Los corpulentos hombres vestían camisetas negras y a la altura del estómago se veía una mano estampada.
El viaje de 10 minutos, desde la capital de la provincia de Chimborazo, finalizó a medio kilómetro antes del ingreso de la parroquia San Andrés del cantón Guano. Fue la primera de las seis paradas planificadas en su campaña proselitista en esa provincia, poblada, en su mayoría, por indígenas.
En la consulta popular, de mayo del 2011, el No triunfó ampliamente. Por eso la presencia de Correa tenía un fin claro: incrementar el número de seguidores.
Despacio subió al camión de cajón metálico, llamado el ‘Correa Móvil’. Es verde limón y está forrado con varias fotografías gigantes del Mandatario. Él mostraba su sonrisa en la que resaltaban sus blancos dientes, hablaba y gesticulaba todo el tiempo. Su voz se escuchaba nítida.
El ‘Correa Móvil’ lleva un equipo de amplificación. Su primer saludo fue en quichua. Mientras avanzaba al parque central, rodeado de casas con paredes de bahareque y techos de teja, decenas de personas portando banderas en sus manos corrían por detrás.
Hubo una gran tarima decorada con fotos de los candidatos a la Asamblea Nacional. El estribillo molido hasta el cansancio: “!Ya tenemos presidente, tenemos a Rafael¡”. Un grupo de los más fieles seguidores tarareaba la letra. Los demás solo miraban.
En la concentración había alrededor de 400 personas: campesinos, indígenas y funcionarios públicos que llegaron de San Gerardo, Calshi, Riobamba, y otras comunas en buses, carros particulares y camiones contratados.
En el escenario, Correa bromeaba y cantaba: “¡Tenemos presidente…!”, pidió silencio y extendió la mano derecha en la que sostenía el micrófono y animaba a terminar la frase de su canción: “¡Tenemos a Rafael!”.
En el discurso, las frases más frecuentes fueron: que el bono subirá de USD 35 a 50 y será financiado con una parte de las utilidades de los banqueros; los pobres no pagan impuestos; en estos seis años no subió el costo de los servicios de energía eléctrica, gas y la gasolina, y que ahora son de buena calidad… Siguió con las bromas. Dijo que antes el Bono de la Vivienda era de USD 500, que no alcanzaba ni para construir una casa para los cuyes. En su Gobierno se incrementó a 5 000 y este año a USD 6 000.
Asimismo, recalcó que la gente pobre ya no paga los USD 25 por matrícula escolar y recibe uniformes, libros y desayuno escolar gratis. Habló del mejoramiento de las vías -como la Balbanera-Pallatanga-Bucay- y la Riobamba-Cebadas-Macas y la rehabilitación del tren en la provincia.
El discurso no interesó a Carmen Shuay, de 20 años, ni a Cristina Paca, su madre. Las dos mujeres descansaban a 50 metros de la tarima. La bandera que les entregó el Presidente de la Junta de Aguas, que les obligó a asistir al mitin político, según dijeron, la mantenían enrollada en el piso.
Shuay, pequeña y de ojos negros, se graduó el año pasado en el Instituto Riobamba. Su sueño era matricularse en la Politécnica del Chimborazo para estudiar Medicina. Tras rendir las pruebas le ubicaron en Agronomía de la UTA. “No tengo dinero para viajar a la Universidad Técnica de Ambato (UTA), yo quiero ser médica, no me dejaron”, dijo enojada.
A las 11:00, culminó la concentración. La próxima parada: el cantón Guano de las coloridas alfombras y el rico pan de dulce (cholas). La gente corría presurosa, se embarcaba al ‘vuelo’ en los buses y camionetas para seguir con el recorrido electoral.
El discurso de Correa no cambió al llegar a su nuevo destino. El libreto lo tiene memorizado, por ello no usó ningún papel con apuntes. Cerca de 300 personas escuchaban su mensaje. Unos atentos, otros bostezaban; otros, sudorosos por el intenso sol de la mañana, bebían agua.
La presencia del Mandatario no entusiasmó a Héctor Pambay. Este artesano se quedó trabajando en su local, ubicado en el centro de Guano. La banda de música Marco y su son interpretaba pasacalles y sanjuanitos. Luego se dirigieron a Riobamba con el Jefe de Estado. Por la presentación, los músicos cobraron USD 180.
A las 12:20, el candidato Correa apareció en la ciudad de Riobamba. En la céntrica Plaza Alfaro al menos 700 personas lo esperaban con banderas verdes y algunos afiches del movimiento Alianza País. La mayoría había arribado de las comunidades indígenas aledañas a la capital de Chimborazo.
La alianza de Pachakutik no gusta a todos los indígenas
En la tarima, el presidente Rafael Correa se movía a sus anchas, caminaba, resaltaba los logros de su gestión… Luego sacó una plancha gigante y pidió que se votara por todos sus candidatos y destacó la alianza con Pachakutik (un grupo del movimiento indígena está dividido en esa provincia; el otro apoya a Alberto Acosta). Agradeció a Miguel Lluco, ex dirigente de Pachakutik, y Mariano Curicama, prefecto de Chimborazo; este último acompañó al Presidente en todo su recorrido.
En la provincia es la única tienda política en coalición con el partido de Gobierno. Esto enojó a Petrona Fernández, quien acudió a la concentración obligada por el Presidente de la comuna Guacona. “Si no respaldamos pagamos USD 10 de multa. Por eso estamos aquí con otras 60 personas. Viajamos en camión desde el pueblo hasta acá”, señaló.
Este apoyo de Lluco y Curicama generó malestar en la dirigencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Ellos consideraron que los dos ex militantes de Pachakutik eran unos traidores y por ello los expulsaron.
Sin embargo, el movimiento indígena sostiene que sigue unido y que Lluco y Curicama no son líderes representativos.
A las 15:00, Correa llegó a Gatazo Chico, a seis kilómetros de Riobamba. Por la colina, 10 jinetes bajaron a caballo. Pedro Pilamunga, de 65 años, interpretaba la bocina. Una cortina de polvo cubrió el ambiente desértico de esta poblado, enclavado en medio de la cordillera. Los moradores se dedican a la agricultura.