Como siempre le ocurre a Rafael Correa cuando visita la Argentina, debe cumplir una apretada agenda. Ayer se reunió en el Centro Cultural de la Cooperación con la colonia ecuatoriana; firmó convenios bilaterales con su par Cristina Fernández de Kirchner, y fue acogido por una multitud en la Universidad Nacional de La Plata, en donde recibió el Premio Rodolfo Walsh (uno de los íconos del periodismo argentino, asesinado en 1977 por la dictadura militar), en la categoría Presidente Latinoamericano por la Comunicación Popular.
“Como soy un Presidente que se enfrenta a la prensa, si a mí me muerde un perro, entrevistan al perro”, dijo ante los estudiantes de una facultad en el que predomina el kirchnerismo y cuyo nuevo edificio lleva el nombre del ex presidente Néstor Kirchner.
En lo que no recibió aplausos y más bien provocó estupor fue por sus declaraciones sobre el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
Los argentinos aún recuerdan con dolor aquel 18 de julio de 1994, cuando un coche bomba mató a 84 personas y cuyos autores serían ciudadanos iraníes.
Cuando la periodista le consultó sobre la negativa de Irán de entregar a la Justicia argentina a los acusados por este acto terrorista, Correa dijo conocer este caso. “Es muy doloroso para la historia argentina, pero vea cuántos murieron en el bombardeo de la OTAN a Libia. Comparemos las cosas también y veamos dónde están los verdaderos peligros; no debemos manipular”.
En un comunicado de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentina (DAIA), “la representación política de la comunidad judía argentina manifiesta su estupor y profundo rechazo”.
Añade que “el Mandatario formula comparaciones inaceptables, cuestiona lo actuado por la Justicia argentina que imputa a anteriores y actuales funcionarios del Gobierno iraní y promueve una cerrada defensa del presidente Ahmadinejad”.
Alejandro Mellinkovsky, un periodista argentino, no ocultó su enfado: “Intenta desviar la atención porque se le pregunta sobre la AMIA y habla del bombardeo a Libia. Son dos hechos que no tienen relación alguna. El atentado a la AMIA no es un acto terrorista más, que ya es repudiable. Es el mayor atentado en Argentina y no se puede ningunear”.
Mellinkovsky critica que Correa sostuvo que Irán no es una amenaza. “Así dignifica a un Estado que se niega a entregar a acusados, que además son funcionarios (como Ahmad Vahidi, ministro de Defensa) públicos para que comparezcan ante una justicia soberana como la Argentina”.