La concesión del asilo político a Julián Assange, adobada con el incidente diplomático entre Ecuador y Reino Unido, dejó al margen de la agenda informativa nacional una lista de temas trascendentes.
Uno de los más importantes es el escándalo de las afiliaciones fraudulentas, ya que puso de cabeza el calendario del Consejo Nacional Electoral para los comicios del 17 de febrero del 2013. También, porque tiene a las organizaciones políticas ya inscritas en un callejón sin salida. O vuelven a recoger firmas para completar el piso de 158 000, o se quedan sin vida jurídica para los comicios.
Desde inicios de este mes, la crisis del proceso electoral ha copado la preocupación del país. Miles de ciudadanos indignados porque aparecieron en los registros electorales como afiliados a organizaciones, sin haberlo consentido. Decenas de dirigentes políticos tratando de evadir las acusaciones de un comportamiento fraudulento que, según las primeras investigaciones, consistiría en haber negociado bases de datos para hacer menos engorrosa la recolección de firmas. Finalmente está el Gobierno. En su afán por cuestionar a “las mafias políticas” que compraron firmas, se enredó en una discusión con el CNE por haber puesto las cifras de Alianza País en el mismo saco de esos ‘partidos corruptos’.
Pese a esta incertidumbre, el caso Assange terminó por volver relativa la preocupación nacional por el destino que tomará el sistema democrático a partir de la convocatoria a elecciones.
Más allá de esta coyuntura que sí resulta preocupante, el analista político Jorge León señala que el Gobierno ecuatoriano volvió a marcar la agenda informativa para poner a los medios y al país a discutir sobre ella y generar polarización política.
“El caso de Assange ya estaba zanjado desde hace tiempo. El anuncio del Canciller, de concederte el asilo, no era una novedad, pero el Gobierno logró empaquetarlo bajo su lógica mediática”.
Este caso es uno más de los que el Régimen ha usado con efectos distractores. El periodista y analista Francisco Rocha recuerda cómo el devenir del aeropuerto de Quito transitó sobre la agenda de Correa. “Él denunció el más grande atraco financiero, luego dijo que la obra iba por buen camino, para finalmente ridiculizar a su compañero Alcalde, porque no le gustó la encuesta para cambiarle de nombre”…
La lectura de Rocha tiene que ver con el hecho de que la sabatina de Correa es el espacio donde se marcan los destinos del país, donde se confronta con los adversarios al Régimen y se deslegitiman a las instituciones del sistema. “La forma de gobernar de Correa es el escándalo permanente. El Ecuador y el mundo está hablando de Assange cuando el sistema democrático del país está en ciernes por la crisis del CNE”.
Los temas urgentes son varios. León advierte que la sociedad no ha logrado debatir a profundidad los permanentes cuestionamientos de corrupción estatal y que casi siempre terminan en segundo plano. “¿No es importante hablar ahora de lo que le ha significado al país su relación financiera con China y los costos que esta conlleva? León y Rocha concluyen que la batuta la sigue teniendo el presidente Correa y sus estrategas.