Redacción Cultura
Durante el fin de semana, los cafés tradicionales del Centro de Quito ofrecen a los visitantes manjares tradicionales, en especial los preparados para la Navidad.
El recorrido arranca por el local más antiguo: la Heladería San Agustín (Guayaquil y Chile). Con más de 150 años de atención, el local ofrece buñuelos, pristiños, humitas, quesadillas, dulces de higo, higos enconfitados, delicadas mistelas -tienen la forma de animalitos- y en su interior, una pizca de licor; suspiros, dulces de coco, moncaibas…
Preparan los cebiches más sabrosos de Quito: de concha y camarón. Pican la concha y la sazonan con limón y cebolla paiteña. El seco de chivo es uno de los más solicitados, al igual que los helados de paila. Antes los preparaban con hielo que traían del volcán Pichincha. Pero aún conservan las viejas pailas de cobre para preparar los helados de fruta pura: mora, taxo, tomate de árbol.
Los precios son económicos, desde USD 0,50 los dulces de leche, hasta USD, 4,50 los cebiches. La heladería se queda envuelta en su aire colonial -abundan las fotos del viejo Quito (tranvías fantasmas, iglesias desoladas, calles empedradas).
Si el transeúnte toma la calle Chile, cruza la Plaza Grande, se dirige por la García Moreno y llega hasta la Bolívar asoma la cafetería La Moderna. Lo primera atracción: las fotos sepias de La Torera, Don Evaristo, el dúo Benítez y Valencia. Poco a poco los clientes se contagian con los tiernos aromas de las humitas y del café negro, de los buñuelos navideños, de los ponches y otras golosinas.
Papayanet queda en los portales de la Paza Mayor. Tiene un aire más contemporáneo, ya que es el espacio preferido de italianos, estadounidenses, argentinos, chilenos, que pasan por Quito. Los turistas utilizan un sinnúmero de computadoras para chatear, mientras saborean quimbolitos, locro quiteño, ensaladas. Los patios de penumbra son la antesala para disfrutar de la sazón de otros cafés de categoría, como Hasta la vuelta Señor…