Redacción Quito
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Odio pisar la calle que no acepta lo que somos”. Es una de las frases más sentidas de la obra de teatro presentada por Daniel Moreno, en el Café Teatro Dionisios, la noche del pasado jueves. Una docena de jóvenes, en su mayoría mujeres, interactuó y aplaudió a Paquita.
Ella apareció en el segundo piso de la vetusta casa amarilla y verde en calle Riofrío, en el centro de la urbe. El colorido maquillaje, los atuendos femeninos y los zapatos de plataforma que le hacen ganar 10 cm en altura solo son los elementos que le dan vida a Paquita, el personaje drag interpretado por él.
La diversidad sexual
Las siglas Glbti son las que se usan como término colectivo para referirse a las personas gay, lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexuales.
El artículo 11 de la Constitución establece que ningún ciudadano podrá ser discriminado por razones de etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo o identidad de género.
El día internacional del orgullo Glbti se celebra con una marcha y actividades sociales y culturales que se realizan el 28 de junio de cada año.
En la ciudad existen al menos 22 locales en los cuales se llevan a cabo actividades culturales y se ofrecen servicios de entretenimiento Glbti.
Moreno es un gay de 36 años que nació en Quito y nunca se ha mudado a otra ciudad. Antes de correr la pequeña cortina del escenario, la vida de este hombre, de estatura mediana, tez trigueña y cabello largo y oscuro, transcurre como la de cualquier artista. Con un calentador oscuro y una camiseta gris Moreno y su compañero sentimental Manuel Acosta se reparten las tareas de limpieza de su departamento y del local.
“Por mi actividad profesional el día comienza a las 11:00”. Luego del desayuno, Moreno se dedica a diseñar escenarios, escribir obras teatrales o sentarse a coser el vestuario de algún nuevo personaje. “En el campo del arte debemos ser muy prácticos. Eso ahorra muchos gastos”.
Aunque se da tiempo para estar atento de los resultados de su equipo favorito, la Liga de Quito, la vida de Acosta está más regida por sus horarios de trabajo. Desde hace 30 años, él trabaja como instructor de servicios aeroportuarios para aerolíneas y empresas de carga aérea.
Su identidad sexual no ha sido un obstáculo en su desempeño laboral. Salvo una ocasión en que uno de sus compañeros de trabajo publicó en una cartelera una foto de él y Moreno. “Yo no tengo nada de que avergonzarme. Ese mismo día envié un correo electrónico a todas las personas que trabajaban conmigo aclarándoles mi identidad sexual”. Por eso, uno de los principales valores que profesa Acosta es el respeto hacia los demás.
Cuando sus actividades lo permiten, a Moreno le gusta cocinar para los dos. La tilapia en salsa de limón es el plato preferido de Acosta. Aunque él, un “niño bien” graduado en el Colegio Americano, es una persona de gustos sencillos.
Moreno recuerda que en sus primeras citas, Acosta no tuvo reparos en comer mote en un quiosco de la 10 de Agosto. “Disfruto mucho de la comida criolla y las huecas de la ciudad.
Las papas con cuero y ají de maní son mi plato favorito”.
Acosta era una persona dedicada solo a su trabajo. Eso hasta que conoció a Moreno en octubre de 1997. “Me crucé con Daniel en la calle y sentí que la atracción fue mutua”.
Desde entonces, el teatro bar que mantienen juntos ha sido el proyecto que cimentó su relación. Luego de 12 años de una relación estable y monogámica, Acosta quiso formalizar su relación con Moreno. La respuesta de Moreno no tomó mucho tiempo y el pasado 15 de octubre ambos firmaron el acta notarizada de su unión de hecho.
Amigos y familiares celebraron la unión de los enamorados en Dionisios. “La vida de una pareja gay no es un circo y la gente tiene que entender que somos seres comunes y corrientes”.
Esa misma opinión la tiene Thay, una joven transexual (quien asume un género distinto al que nació) de 20 años. “En esta ciudad aún existen muchos lugares y personas que discriminan por su identidad sexual”.