El Papa hizo llamado a los líderes mundiales para que den una respuesta unánime que detenga la expansión de la violencia terrorista. Foto: Riccardo Antimiani/ EFE
El papa Francisco condenó este lunes 12 de enero a todos aquellos que cometen masacres en nombre de Dios, de París a Oriente Medio. Describió un mundo sombrío azotado por “una auténtica guerra mundial combatida por partes”.
A través de un denso y complejo discurso, pronunciado antes de viajar a Asia para visitar Sri Lanka y Filipinas, el Papa argentino delineó un mundo azotado por guerras, emigración, soledad, pobreza y “modernas esclavitudes”.
Ante el cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede, el Papa deploró ante todo la “cultura del rechazo al otro”. Llamó a la comunidad internacional, especialmente a los líderes musulmanes, a que “condenen cualquier interpretación fundamentalista y extremista de la religión”.
El Papa citó “la trágica masacre que ha tenido lugar en París estos últimos días”. Se refirió a los 17 muertos en los atentados contra la revista satírica Charlie Hebdo y en un supermercado kósher.
Lo ocurrido lo asoció a un ejemplo de “la cultura que rechaza al otro”, que “destruye los vínculos más auténticos” y que “genera violencia y muerte”.
Francisco explicó que esa “cultura del rechazo al otro” convierte al ser humano “en esclavo, ya sea de las modas, del poder, del dinero, de formas tergiversadas de religión”.
“Hace falta una respuesta unánime que detenga la expansión de la violencia terrorista“, dijo.
Constatando “la proliferación de los conflictos” en el mundo, el jefe de la iglesia católica volvió a denunciar “una auténtica guerra mundial combatida por partes”.
Se trata de un concepto que ha desarrollado en varias ocasiones y que considera grave. Estima que hoy en día los conflictos “se extienden con modalidades e intensidades diversas a diferentes zonas del planeta”, afirmó.
Algunos frutos de paz
Con voz conmovedora, Francisco recordó la muerte de cien niños hace un mes en Pakistán, “asesinados con crueldad inaudita” en una escuela de Peshawar.
También mencionó la situación en Ucrania, en Medio Oriente y habló de la violencia en Nigeria, azotada por los secuestros de “jóvenes raptadas para ser objeto de trata”.
Francisco citó otro crimen que generan las guerras: la violación contra las mujeres. Mencionó también la emigración, instando a las autoridades europeas a hacer algo porque “no se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”.
Pese a la “mirada dominada por el pesimismo y deficiencias de nuestro tiempo”, como reconoció, Francisco quiso “dar gracias a Dios” por “algunos frutos de paz que hemos podido saborear”, afirmó.
Entre esos frutos mencionó el diálogo “que edifica y construye puentes”. La reciente decisión de Estados Unidos y Cuba de “poner fin a un silencio recíproco que ha durado medio siglo”.
Felicitó la decisión de Estados Unidos de cerrar la controvertida cárcel de Guantánamo, en Cuba.
También se congratuló por “los esfuerzos realizados para lograr una paz estable en en Colombia“.
El Papa manifestó también su satisfacción por las “iniciativas encaminadas a restablecer la concordia en la vida política y social de Venezuela“.
Francisco concluyó su discurso con un llamado a la paz. Recordó el 6 de agosto de 1945, cuando la “humanidad asistió a una de las catástrofes más tremendas de su historia”, el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, hace 70 años.