Redacción Sociedad
En lo que del año ya son alrededor de 20 accidentes, con al menos 15 muertes en el país. La falta de precauciones por parte de los ascensionistas y de información es la principal deficiencia. El país tampoco hay un plan de contingencia ni un equipo interinstitucional de rescate.
Los expertos consideran que el montañismo es una actividad de aventura en proceso de masificación en Ecuador, porque cada vez es menos complicado acceder a estos sitios. Subir al Ruco Pichincha, por ejemplo, hoy resulta más rápido y cómodo a través del teleférico. A los refugios del Cotopaxi o del Cayambe ahora se llega fácilmente en vehículos todoterreno.
No obstante, el mayor inconveniente es que, según Rafael Martínez, instructor de la escuela de la Asociación de Guías de Montaña (Aseguim), la mayoría de la gente no tiene el conocimiento ni la preparación adecuados. “Van como a un paseo cualquiera de fin semana”.
Los accidentes ocurren por caídas tras resbalones, desprendimiento de rocas, avalanchas de hielo, pérdidas y hasta por impacto de un rayo.
El cabo Wilson Solano, miembro del GOE y especializado en Francia en búsqueda y rescate de personas, ha participado en varios rescates. Él cree que hay ocasiones en que estos accidentes ocurren por imprudencia y desconocimiento. “La gente se aventura sin el equipo básico que al menos le permita orientarse cuando se pierda”.
A su vez, Xavier Carrera, presidente de la Aseguim, acusa la falta de información desde los servidores turísticos y desde el Ministerio del ramo. Ni en el teleférico ni en los refugios o albergues se advierte sobre los riesgos de cada zona. También cree que hay operadoras y agencias que contratan a gente que nos es guía de montaña. La mayoría solo es guía naturalista del Ministerio del Ambiente. Los contratan porque cobran USD 60 por dos días en el Cotopaxi frente a los USD 70 y 80 diarios que cobra un guía profesional.
En Ecuador hay 49 guías de montaña y 21 aspirantes registrados por la Aseguim. Están preparados para desempeñarse en alta montaña, a más de 4 500 m de altitud.
Martínez insiste en que el turista antes de ir a la alta montaña evalúe su condición física y de salud. También aconseja que en una sola jornada suba más de 2 000 m de diferencia a la altitud en que habitualmente vive, por los efectos adversos en el organismo.
Mañana lea un informe que incluye recomendaciones en la Sección Sociedad de la edición impresa de El Comercio