La premura de la Asamblea por aprobar proyectos de ley, como el de comunicación, es responsable de excluir del debate a personas e instituciones que no estamos en uno de los polos centralistas del Ecuador: Quito y Guayaquil.
De todas formas, pese a exclusiones y apuros, la Escuela de Comunicación de la Universidad de Cuenca ha decidido dedicar generosos espacios –sin afectar el desarrollo académico de los estudiantes de periodismo y relaciones públicas– a una discusión aguda sobre lo que debería ser una Ley de Comunicación que garantice, entre otros aspectos, el libre acceso a la información y sus fuentes; la no censura previa de los contenidos; la responsabilidad ulterior de los comunicadores; la obligatoriedad de los medios de garantizar la participación remunerada de pasantes de las escuelas de periodismo; la defensa del ejercicio profesional del periodista…
Desde hace varias semanas, por iniciativa de un grupo de estudiantes y docentes, los tres proyectos de ley fueron analizados en las aulas, gracias al apoyo de diario EL COMERCIO que entregó 400 ejemplares impresos de los tres proyectos de ley. Cada docente discutió, analizó y procesó los artículos hasta que trascendió que las tres iniciativas se habían diluido y la Comisión Ocasional de Comunicación trabajaba “contrarreloj” para montar un proyecto que deberá estar terminado hasta el 20 de noviembre.
Los acuerdos a los que se han llegado en las aulas resultan interesantes, aunque han dejado dudas. ¿Sumarse como Universidad con sus aportes al proyecto se interpretaría como un aval a una ley de la que se sospecha pretende amordazar a los medios que no se alineen con el Régimen de turno?
¿Evadir la responsabilidad, y el derecho de expresar opiniones desde la cátedra y enriquecer el proceso de elaboración de la Ley de Comunicación puede pasar a una onerosa factura ante la inevitable aprobación del proyecto regulador de los medios?
¿Oponerse a la ley perennizaría la “patente de corso” que ciertos medios y periodistas se toman para vivir del oficio, poniéndolo al servicio de sus intereses y dejando al ciudadano a expensas de latentados a la honra ajena?
Las jornadas han reparado, además, en la necesidad de ejercer un periodismo responsable, preciso, exacto, riguroso, como la mejor estrategia contra cualquier ley que posteriormente puede tornarse en instrumento de presión desde el poder contra la prensa independiente.
Lamentablemente, apremiados por la celeridad de la Comisión, no se logró reunir al resto de universidades cuencanas para fomentar una discusión de los temas que se propondrán a la Comisión Ocasional.
La cátedra cuencana merece que su opinión se incluya en la ley. Y eso depende de su voluntad, señora Carrillo.
Tomado de Diario El Universo