Olga Imbaquingo, Corresponsal en New York
Afganistán define la presidencia de Barack Obama en política exterior. Esta noche el mandatario de EE.UU. anunciará el envío de 30 000 soldados más a combatir contra el resurgimiento de los grupos terroristas de Al Qaeda y los talibanes.
Con esta decisión Obama pondrá en suelo afgano unos 100 000 soldados y despierta la ira de las bases liberales que lo ayudaron a llegar al poder, mientras se granjea a medias la simpatía de los republicanos, que quieren ganar ésta guerra.
“Vamos a terminar el trabajo”, dijo Obama hace pocos días, quien antes de hacer el anuncio oficial a la nación del aumento de tropas ya dio la orden el domingo a la cúpula militar que empiecen los preparativos del desplazamiento de fuerzas en los siguientes seis meses.
En medio de un torbellino de problemas que están minando su popularidad, el aumento del desempleo y agresivos recortes fiscales en los estados de la unión, el Mandatario se está jugando una carta que, según los analistas, solo tiene dos salidas: el éxito o el fracaso.
“Me siento traicionada. Obama nos dijo que saldríamos de Irak y no ha cumplido. Espero que el mundo nos disculpe, los ciudadanos no representamos al poder de mi país”, fue el comentario de Elizabeth Guindlach, quien participó en la multitudinaria marcha contra la guerra y la violencia que se realizó el lunes en Nueva York.
Los neoyorquinos pese a la intensa lluvia y los vientos realizaron la marcha simbólica contra la guerra, la misma que coincidió con la llegada a la ciudad de 25 pacifistas que vienen recorriendo 40 países en defensa de la paz. La cruzada en contra de la violencia y la guerra terminará el próximo mes en Argentina.
Que deje de deshojar margaritas en su política de Afganistán venían pidiendo los opositores de Obama, quienes no están convencidos que ese número de tropas será suficiente para mantener a salvo a EE.UU. de un nuevo ataque terrorista, pero el país vive una severa crisis fiscal por lo que las guerras de Irak y Afganistán se han vuelto muy impopulares.
“Mi ciudad ha contribuido con 120 millones de impuestos a esta guerra. Cuánto pudimos haber hecho a favor de nuestros niños con ese dinero, a cambio lo que tenemos son más soldados regresando en ataúdes”, dijo el alcalde de Binghamton, Matt Rayan.
Tres meses le llevó a Obama definir su estrategia, en parte por la desconfianza hacia el gobierno afgano, el cual estos días sufre por parte de la prensa estadounidense una embestida de denuncias de fraude, corrupción y tráfico de heroína.
“Es obvio que el mundo espera otro tipo de respuestas de Obama. La gente quiere paz. La guerra hipoteca la economía y los sueños”, le dijo a este Diario Rafael de la Rubia, líder del movimiento contra la guerra que viene recorriendo 60 países.
El Pentágono quería 40 000 solados. Obama espera completar esa cifra con los refuerzos de sus aliados europeos y de Canadá, los cuales se muestran escépticos y poco dispuestos a desplazar más tropas.
La estrategia de Obama, que no contempló el gobierno de George Bush, consistirá en entrenar no solo a la fuerza militar afgana sino a los poderes locales y tribales. La ayuda económica se descentralizará y se entregará a los ministerios y organizaciones provinciales en función de sus logros.
Obama también dejará entrever esta noche un plazo de 12 a 14 meses para el retiro de Afganistán. Sin embargo la posibilidad de una pronta salida no es suficiente para una marea de estadounidenses que por Facebook, Twitter, Youtube y otras redes de Internet piden salir de Irak y Afganistán y concentrarse en resolver los problemas del país.
Ese el mismo pedido de Entesar y Ranjis dos estudiantes de origen árabe que el lunes cubiertas de la cabeza a los pies acudieron a la marcha de la paz para recordarle al Presidente que “la guerra solo deja gente sola y pobre”. Ranjis sentenció: “con la guerra todos somos perdedores”.