Los sindicatos e industriales brasileños aplaudieron ayer la decisión del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff de aumentar en 28% el precio de los automóviles importados -excluidos los del Mercosur y México-, ante la queja de los importadores, sobre todo de China.
“Ninguna empresa tiene condiciones de invertir con estas medidas”, dijo Sergio Habib, representante de la china Jac Motors en Brasil, que pretende abrir una montadora en el interior de Sao Paulo.
La medida afecta a las marcas que no cumplan con el 65% de contenido nacional, sobre todo a las más populares en los últimos tiempos en Brasil como las chinas Jac y Chery, además de Kia, Land Rover, BMW, Suzuki y Volvo.
La Federación de Industrias de Sao Paulo dijo que la decisión muestra la preocupación sobre el escenario macroeconómico de la industria, con real sobrevaluado, tasas elevadas y caída de competitividad”. La Asociación de Importadoras de Vehículos denunció un ‘lobby’ de las montadoras afincadas en Brasil y afirmó que China y Corea podrán acudir a la OMC por “proteccionismo”.