La producción de soya tiende a desaparecer

En el Centro de Acopio Interagro, en Ventanas (Los Ríos) . En este se reciben 2 000 toneladas de soya mensuales.

La siembra de soya en el país continúa disminuyendo en los últimos 20 años. Actualmente, 30 000 hectáreas se dedican al cultivo de esta leguminosa en verano. Pero en 1992 eran 120 000 hectáreas, según la Corporación Nacional de Soyeros (Corsoya).
La mayor parte de los pocos campos que se destinan a la soya, en Ventanas, está de color mostaza, lista para la cosecha. Pero el total de su producción solo abastece el 10% de la demanda del país.
Ecuador necesita 500 000 toneladas de pasta de soya al año, expresa Wílman García, presidente de Corsoya. Los Ríos cosecha el 95% del grano que luego es procesado; el resto está en la provincia de Guayas.
La reconversión de cultivos es más frecuente en los últimos años. Donde antes se cultivaba soya, ahora hay plantaciones de maíz, palma africana y cacao. Esto, porque generan mayores ingresos que la leguminosa, según los productores.
García destina 100 hectáreas al cultivo de la leguminosa en el cantón Ventanas, Los Ríos. En este terreno trabajan más de ocho personas, vestidas con doble camisetas oscuras, gorras, pantalones, botas y guantes para protegerse del sol. Laboran desde las 08:00, durante cuatro horas en donde amontonan las plantas para luego separar el grano de la vaina.
Este año se prevé que la producción nacional de soya alcance las 50 000 toneladas convertidas en pasta, es decir, 20 000 toneladas menos que en el 2011, según Jaime Camacho, propietario del Centro de Acopio Interagro de Ventanas. Entre las razones de esta disminución está la falta de variedades de semillas.
Esa cosecha no cubre ni un mes a la industria alimenticia, señala Wilson Hidalgo, gerente de la Asociación Ecuatoriana de Fabricantes de Alimentos Balanceados para Animales (Afaba).
Al mes, la firma importa 60 000 toneladas de pasta de soya de Estados Unidos. Afaba tiene que comprar 25 000 toneladas a la Unidad Nacional de Almacenamiento (UNA). Hidalgo comenta que al adquirir esta producción, la empresa también debe invertir en el procesamiento del grano a pasta, lo que genera un mayor gasto que importarlo.
Ricardo Palacio, presidente de la Asociación de Productores de Ciclo Corto de Quevedo (Aprocico), expresa que lo único que salvaría al mercado de la soya es el cultivo de semillas transgénicas.
Pero la Constitución lo impide, aunque el país importa alimentos procesados transgénicos. Este agricultor no siembra soya desde este año, solo se dedica al maíz.
El panorama sería distinto si el Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap) hubiera provisto de nuevas variedades a tiempo, opina.
Hace 10 años, el Iniap liberó la variedad P34 y desde hace cinco años, las 307 y 308. Según los agricultores estas semillas ya son obsoletas. Sin embargo, desde el Iniap se dice todo lo contrario.
Según Ricardo Guamán, responsable del Programa de Leguminosas de esa entidad gubernamental, sí se han preocupado por obtener nuevas variedades. El problema radica en que las empresas agroindustriales las multiplican en pocas cantidades.
En el 2013, el Iniap entregará dos variedades: 309 (tolerante a la mosca blanca) y 310 (evita la roya, enfermedad por hongos).
Pese a estas investigaciones, los agricultores reciclan el grano para autoabastecerse. Esta medida perjudica al suelo.
Guamán explica que la falta de rotación del cultivo provoca que las plagas se fortalezcan, especialmente los nematodos en los maizales. Luego de una siembra de arroz o maíz se debe cultivar soya, ya que enriquece a los campos.
Por esto, el industrial Wilson Hidalgo cree que en el país no se debería seguir sembrando soya, porque las áreas de cultivo no son aptas ni hay variedades para producir como en otros países. En Ecuador se cosecha entre 30 y 40 quintales por hectárea, pero lo óptimo sería 50 a 60.
Para Wílman García, el mercado soyero está extinguiéndose. Previendo esto, hace seis años comenzó a cultivar palma africana. Este será el último año que dedique tiempo a la soya.
Al igual que él, otros agricultores, a lo largo de la vía Quevedo - Empalme, tienen grandes maizales y cultivos de palma africana, donde antes había soya.
‘Transgénicos no son urgentes’
Para Xavier León, miembro de Acción Ecológica de la Campaña de Soberanía Alimenticia, el cultivo de soya transgénica no es factible en el país. “La soya no es algo urgente que Ecuador necesite”.
Ese tipo de sembradío demanda gran cantidad de glifosato que debe ser fumigado vía aérea, lo que contaminaría a otros cultivos.
León sostiene que las plantaciones con semilla genéticamente modificada (con bajos costos de producción) son aptas para propiedades de grandes hectáreas y no familiares, como en Ecuador. En Argentina, el agricultor promedio tiene 500 hectáreas. En Ecuador, no pasan de seis.
Además, este producto no está destinado a la alimentación humana, sino para la elaboración de balanceados para aves y cerdos. Por lo que no se justifica el cultivo de la soy a en el país.
El cultivo de soya transgénica tiene 15 años en el mundo y carece de estudios de impacto.