Clientes aún se acercan a instituciones financieras a reestructurar sus créditos. Foto: archivo / EL COMERCIO
La calificación crediticia o ‘score’ es una evaluación del comportamiento en los pagos de quien accedió al sistema financiero, a una casa comercial o a una firma de telefonía.
La emergencia sanitaria causó un impacto en la capacidad de pago de los ecuatorianos, de ahí que las calificaciones crediticias empiezan a caer, aunque levemente, según datos del buró de crédito Aval.
En Aval, los puntajes se actualizan cada mes y se agrupan en cinco categorías. Estas son: AAA, AA, A, B y C.
Las calificaciones en las tres categorías de la letra A son consideradas buenas, dice Javier Velasco, gerente de Aval, pero aclara que el trabajo de un buró de crédito no es recomendar dar crédito a estos clientes, sino que solo provee los datos y la institución financiera acreedora decide.
Según Aval, en promedio, seis de cada diez ecuatorianos todavía tienen buen puntaje; es decir, están entre la AAA y la A, que equivale a tener alrededor de 600 puntos sobre 999.
Pero con la recesión de la economía se empieza a ver una transición de clientes a las categorías más bajas. Hasta febrero pasado, el 66% de los clientes con créditos estaba dentro de las tres categorías con A; en agosto cayó a 62%.
La crisis económica afectó principalmente a los clientes que ya tenían problemas en su historial. En febrero, por ejemplo, el 29,5% de los clientes estaba en el segmento C, es decir, no eran sujetos de crédito; en agosto subió al 32%.
Lo anterior se refleja en la mora bancaria, que en septiembre pasado registró el crecimiento más alto del año.
David Castellanos, analista económico, considera que el cambio en los puntajes se explica porque hay personas que, pese a que accedieron a prórrogas o reestructuraciones, no pudieron cumplir con esos compromisos nuevos, porque se quedaron sin empleo o sus ingresos se redujeron.
Es el caso de Kassandra Rendón. Ella refinanció su deuda con una tarjeta de crédito, luego de un recorte de sueldo.
Los nuevos pagos debían empezar en junio, pero no canceló. En ese mes, en su trabajo hubo otro recorte salarial. “No he pagado ninguna cuota del refinanciamiento, decidí pagar otras cosas, como el arriendo y deudas que tenía con amigos”.
Desde marzo pasado, entidades financieras y no financieras ofrecieron diferir los créditos por la pandemia. Según la resolución 569 de la Junta de Regulación Monetaria y Financiera, un diferimiento implica posponer cuotas, refinanciarlas, reestructurarlas o renovar los créditos.
La Ley de Apoyo Humanitario dispuso que estas medidas se apliquen hasta 60 días luego del fin de la emergencia sanitaria, esto es hasta el 12 de noviembre próximo.
Según la Asociación de Bancos Privados, después de esa fecha se deberían modificar las calificaciones por incumplimientos. Añade que incluso si la persona incumplió su acuerdo tras un diferimiento, eso no debería cambiar sino hasta el 12 de noviembre.
En los primeros meses de la pandemia, la banca otorgó facilidades orientadas a la prórroga o postergación de cuotas, pero luego empezó a enfocarse en reestructuraciones, estudiando cada caso.
Otro buró de crédito, Equifax, prefiere no hacer un balance, pues considera necesario revisar las variaciones de los puntajes durante por lo menos un año después del fin del estado de excepción.
Guillermo Granja, especialista en educación financiera, explicó que el historial crediticio se puede recuperar si se adquiere el hábito de pagar a tiempo y endeudarse según la capacidad de pago. “Dejar de pagar afecta al puntaje, pero el cliente puede buscar acuerdos y, si cumple, la calificación sube en el mediano plazo”.